LA CORUÑA / Cierre con barrocos
La Coruña. Teatro Rosalía de Castro. 7-V-2019. Al Ayre Español. Obras de Bononcini, Corelli y A. Scarlatti.
La benemérita Sociedad Filarmónica de A Coruña —ciento quince años la contemplan— ha clausurado su temporada 2018-2019 con lo que, junto a los recitales de La Real Cámara y Forma Antiqva, no deja de constituir una apuesta por la música antigua dentro de una programación que debe ser necesariamente ecléctica y ajustada a lo que se supone, y de hecho es, un presupuesto muy abrochado. Para los públicos conservadores la opción es delicada, y a veces casi tanto como sucede con la opción contraria, la de lo estrictamente contemporáneo. Pero es verdad que el aficionado coruñés ha tenido y tiene en la Sinfónica de Galicia una fuente inmejorable de adicción al gran repertorio que ha dejado libre lo que podríamos llamar una zona de curiosidad para lo pretérito y, sin embargo, bien vivo por mor no ya de su belleza intrínseca sino de lo bien que suele presentarse por parte de grupos, instrumentistas y cantantes, muchos de ellos españoles y hoy entre lo mejor que se despacha por el mundo. Por eso, cerrar temporada con Al Ayre Español es insistir en unos buenos principios y dejar excelente sabor de boca con músicas muy bellas en versiones de toda garantía.
El conjunto de geometría y nómina variables que fundara hace treinta y un años Eduardo López Banzo sigue siendo una referencia en las músicas barrocas de cualquier origen, sea este hispano, inglés o italiano. Y a tres músicos italianos del XVII-XVIII, uno de ellos con fuerte conexión londinense, dedicó el grupo aragonés su concierto en el Rosalía, glosado su programa al final por el propio López Banzo en una certera intervención que hubiera sido utilísima al inicio pues hubiera puesto al respetable en sintonía con lo que iba a escuchar, sus afinidades y su diferencias y complementado las muy ilustrativas notas al programa de Antón de Santiago. Del trío de barrocos, el nombre menos habitual era el de Giovanni Bononcini, rival de Haendel en Londres, con dos de sus sonatas y la cantata Siedi Amarilli mia. En aquellas destacaron, en la escrita en la menor, el violonchelo de Guillermo Turina y, en las dos, la exquisita discreción del contrabajo de Xisco Aguiló. En la cantata intervino, como en la serenata Perché tacete, regolati concenti de Alessandro Scarlatti el joven contratenor japonés Toshiharu Nakajima, muy ligado al proyecto del Bach Collegium Japan de Masaaki Suzuki, con una voz que apela más a la expresividad, siempre sobria, que a la brillantez, lejos de lo rutilante de otros colegas muy mediáticos pero de una musicalidad sin tacha. Completaban el programa dos sonatas de Arcangelo Corelli en las que cobraron especial protagonismo los violinistas Alexis Aguado y Kepa Artetxe y en las que al fin el generoso López Banzo pudo lucir en algún momento fulgurante su clase más allá de su en todo momento impecable dirección desde el clave. Sigue siendo, pues, Al Ayre Español, a pesar de los pesares, de las crisis, de los patrocinios o de su carencia de ellos uno de esos grupos a los que nunca les agradeceremos lo suficiente lo que han hecho y hacen desde aquí por una parte esencial de la historia de la música.