La Capilla de Música de la Catedral de Bilbao clausura el VIII Centenario de la Catedral de Burgos
La Capilla de Música de la Catedral de Bilbao interpreta mañana, 20 de julio, exactamente ocho siglos y un año después del comienzo de las obras de construcción de la Catedral de Burgos, la Misa del VIII Centenario, o Misa del año jubilar, del compositor Pedro María de la Iglesia. La partitura, estrenada el pasado 29 de junio por la Orquesta Sinfónica de Burgos y coros de la ciudad, con la dirección del compositor, responde a un encargo de la Fundación VIII Centenario de la Catedral de Burgos, como una de las principales iniciativas de creación artística en torno al octavo centenario del templo, y su interpretación cierra los actos que, con tal motivo, han venido celebrándose los últimos años.
Pedro María de la Iglesia, autor de sobra conocido por cantantes y directores de coro de toda España, concibió la obra como una partitura sinfónico coral con textos en español para nueve partes del propio y del ordinario de la misa. En su estilo llama la atención la importancia del texto (de Donato Miguel Gómez Arce) como germen rítmico de cada parte, según el cual, los cambios de compás fluyen de forma natural y sencilla en la escucha, mientras la partitura escrita refleja una factura compleja y un trabajo en profundidad. Como característica destacable (por lo inusual) cabe señalar que la orquestación, brillante y de gran efecto como corresponde a la ocasión, cuenta inteligentemente con la resonancia de las piedras góticas como apoyo y potenciador de timbres y efectos, es decir, que respeta a la catedral como el instrumento musical vivo que es en sí (la resonancia de una catedral es muy adecuada para algunos tipos de música, pero desbarata por completo una sinfonía de Mozart, por ejemplo). El coro, de adultos y de voces blancas, es protagonista absoluto y tan solo hay un momento bien escogido para un breve solo, piadoso y sorpresivo, de mezzosoprano en el Ofertorio.
Hay en la misa una particularidad destacable consistente en la naturaleza del himno final, Mater Dei Santa Maria. A la manera en que en las Variaciones Enigma, de Edward Elgar, existe una melodía que nunca aparece completa, pero que, dicen, podría reconstruirse a base de motivos escuchados en las variaciones, dicho himno viene a ser no sólo una coronación de la Misa, sino también una especie de compendio en el sentido de que, tanto el tejido orquestal que arropa al coro como la fluidez melódica de este recogen varios motivos recurrentes previamente exhibidos y los reconstruyen en una sola melodía, noble y cantable, que el pueblo ya reconoce aunque no la hubiera escuchado anteriormente. Se trata de un himno escrito para permanecer en la memoria de los fieles, que, en adelante y esperemos que por muchos años, lo cantarán el día de Santos Pedro y Pablo, fiesta mayor de la ciudad, en la resonancia siempre viva de la seo.
Enrique García Revilla