Juan de Dios Mateos: “Pongo toda la carne en el asador en lo que hago”
El tenor almeriense Juan de Dios Mateos afronta en los próximos meses tareas importantes, como cantar La Cenerentola en Trieste y Udine, L’italiana in Algeri en Salerno, la Novena sinfonía de Beethoven en Almería o Acis y Galatea en Málaga. Como, por desgracia, es habitual, su carrera se desarrolla más fuera que dentro de España.
¿En qué repertorio se encuentra más cómodo?
Hasta ahora siempre me he encontrado muy cómodo en el bel canto agudo (Donizetti, Bellini, Rossini…) y todos los Mozart, aunque al compositor al que más interpreto es, sin duda, Rossini. Supongo que, además de porque es un repertorio que se me da bien, por la gran escasez de tenores especialistas. También disfruto mucho en el mundo de la zarzuela, repertorio que no he explotado tanto como me gustaría, pero en el que me siento como en casa y donde puedo desarrollar más otros aspectos de mi canto.
¿Cuál es su personaje favorito?
De momento, en ópera bufa, habría un empate entre el Conde de Almaviva (Il Barbiere di Siviglia) y Nemorino (L’elisir d’amore). En el repertorio serio, Don Alonso de El Caballero de Olmedo, aunque aún me quedan muchos roles por descubrir.
En una anterior entrevista en Scherzo (octubre 2023) hablaba usted de su inmediata intervención en el estreno de El caballero de Olmedo en el Teatro de la Zarzuela. ¿Cómo valora ahora aquella experiencia?
Increíble. Tanto a nivel artístico como humano. Mis compañeros fueron todos estupendos en todos los aspectos y el personaje es interesantísimo de interpretar. Fue un rol que disfruté desde que abrí la partitura y que no dejó de sorprenderme hasta el último día. Por otro lado, fue mi esperado debut en el Teatro de la Zarzuela, y lo atesoro con muchísimo cariño. Lo único que lamento es que fuera sólo una actuación, pero espero volver pronto y seguir adentrándome en ese mundo. Uno de mis objetivos es, si fuera posible, convertirme con el tiempo en uno de los tenores de referencia en el género. Lo que tengo claro es que pongo toda la carne en el asador en lo que hago.
¿Qué personaje aún no cantado le gustaría abordar próximamente?
En ópera, Tonio, de La fille du régiment. En repertorio español, me gustaría quizás un Don Gil de Alcalá o Pío, de La Generala.
En los próximos meses va a pasar del Rossini de Cenerentola o L’italiana in Algeri a la Novena sinfonía de Beethoven. ¿No es un paso muy abrupto desde el repertorio ligero a la escritura extrema de Beethoven?
Buena observación. Algo importante y de lo que puedo estar muy orgulloso es que, gracias a mis profesores, Coral Morales y Carlos Aransay, he desarrollado una técnica muy sana y sólida. Canto sin engañarme, usando correctamente mi voz y nunca mordiendo más de lo que puedo masticar. En este caso en concreto, me aprovecharé de mi squillo para pasar bien la orquesta, que es lo que me permite también cantar en salas grandes. También hay técnicas de adaptación para que la voz no sufra tanto el cambio y que me permiten seguir siendo muy versátil y darme flexibilidad vocal. Por otro lado, siempre hay unos márgenes con los que se puede jugar. En Rossini, por ejemplo, si abuso del volumen, la voz se vuelve pesada y no permite hacer bien la coloratura o cantar todos los agudos con facilidad, cosa de la que no me tengo que preocupar en Beethoven y que me permitirá dar ese extra. Soy muy precavido con lo que acepto. Como decía Kraus “esta carrera, para que sea larga, se construye diciendo que no”, así que elijo bien mis batallas. Hasta el momento, y gracias también a la gente de la que me rodeo, no me he equivocado.
Usted canta más fuera que dentro de España. ¿Cree que los teatros españoles tratan bien a los cantantes españoles?
Si me dieran a elegir, cantaría más en España que fuera, o al menos, mitad y mitad. Uno quiere lo que no tiene y muchos compañeros, sin embargo, querrían hacer lo que hago yo. En el equilibrio está la virtud. Me han dicho muchas veces que triunfe fuera para después poder triunfar en España. Yo no veo por qué tienen que ser cosas sucesivas. El escenario que más veces he pisado es el de la Ópera de Sídney, y esto lo digo con más pena que orgullo. Me encantaría que esa frase terminase con el nombre de alguno de los teatros españoles. Entienda que si teatros como la Deutsche Oper Berlín, la Ópera de Australia, la Ópera de Oslo, o el Teatro Municipal de Santiago (Chile), entre otros teatros, confían en mí reiteradas veces, me gustaría que en España fuera igual. En definitiva, creo que nos tratan bien pero siempre nos podrían tratar mejor. Lo que tenemos en nuestro país no tiene absolutamente nada que envidiar a lo que hay fuera. Nos merecemos roles principales, primeros repartos, buenos cachés… y, sobre todo, creernos el valor que tenemos.
Andrés Moreno Mengíbar