JEREZ / Una emotiva ‘Traviata’ en el Villamarta
Jerez de la Frontera. Teatro Villamarta. 2-VI-2024. Sabina Puértolas, Antonio Gandía, José Antonio López, Susana Nadejde, Luis Pacetti, Ángel Rodríguez, Javier Povedano, Cristian Díaz, Alejandra González. Orquesta de Córdoba y Coro del Teatro Villamarta. Dirección de escena: Francisco López. Escenografía y vestuario: Jesús Ruiz. Dirección musical: Manuel Busto. Verdi: La Traviata
Hace más de veinte años, en la temporada 1997-1998, se estrenó esta producción del Teatro Villamarta, en coproducción con el Teatro Palacio Valdés de Avilés, con dirección escénica, escenografía y vestuario de los mismos artistas que han firmado esta. Encarnaba en aquella ocasión a Violetta la joven Ángeles Blancas, que dejó un magnífico recuerdo, como lo dejará esta vez la veterana Sabina Puértolas, cuya carrera internacional no hace más que crecer. Desde el primer momento el público se dio cuenta de que tenía delante a una gran cantante y una gran actriz. Supo moverse entre la multitud del abigarrado primer acto y afirmar su presencia cuando a solas cantó su É strano!… Una voz poderosa, flexible, clara y emotiva. Respondía así a la intención del director musical, Manuel Busto, empeñado desde un principio en proporcionar emociones, tanto con las voces como con la orquesta. Verlo dirigir, atento a todos los detalles, a los matices más sutiles, era adentrarse en la partitura de Verdi, tan sabia en su planteamiento engañosamente simple, pues esta ópera es todo un tratado de los sentimientos, desde los más tiernos y felices hasta los más trágicos y desgarrados.
Como amante tuvo esta Violetta un Alfredo, Antonio Gandía, de brillante voz, aunque un tanto frío en el primer acto. Mejor estuvo en el primer cuadro del segundo acto, aunque en este caso no se vio coronado por la engolada voz de José Antonio López, un Giorgio Germont extemporáneo, con una voz potente que desequilibraba el conjunto. Su Di Provenza, il mar, il suol careció de lirismo y convicción. No parece que fuese lo que pretendía el director musical. El papel de Germont es sumamente difícil, pues tiene que exhibir autoridad, pero al mismo tiempo comprensión y remordimiento ante su sumisión frente a las convenciones sociales. En el acto tercero estuvo más comedido y, por fortuna, no llegó a romper el trágico recogimiento de la agonía de la protagonista. La mejor escena, resuelta plásticamente con unas sugerentes penumbras. No así el pintoresco ballet del cuadro II del segundo acto. Esas flamencas barbudas, esos grotescos toreros y picadores, todo el cuadro era de una fealdad que sobraba, como sobraba el barroquismo de las columnas con los capiteles dorados. Lo mejor, ella, Violetta, perdida en su dolor y en su humillación.
Y llegó el preludio del acto tercero, y la cuerda consiguió unos pianísimos que presagiaban la inminente muerte. Sabina Puértolas se reveló como una actriz excelsa, sin excesos patéticos, como se ha visto tantas veces, que más parece estar uno en un hospital que en un teatro. Todo allí era musical: tristeza en el interior y jolgorio carnavalesco en el exterior. Muy medido el contraste. Y para rematar su espléndida noche, Sabina Puértolas cantó un Addio, del passato, absolutamente memorable.
Hay que felicitar al Teatro Villamarta por habernos ofrecido unan nueva y muy emotiva Traviata. El Coro y los coprimarios cumplieron. La puesta en escena sigue teniendo sus aciertos, en el vestuario y colorido, por ejemplo, y en las escenas más íntimas. Bueno sería que ahondase en esa línea y ser olvidara de los feísmos por más que a algunos les guste. Y felicitar al Teatro por haber puesto esta Traviata en las sabias manos de un joven palaciego: Manuel Busto, de muy consolidado presente y de feliz memoria.
Jacobo Cortines
Foto: Esteban Abión