Jacobo Díaz Giráldez: “Alternar los instrumentos me dota de flexibilidad”

Jacobo Díaz Giráldez (Pilas, 1977) es uno de los oboístas más brillantes (y versátiles) del actual panorama musical español. Especializado en oboe barroco, del Clasicismo y moderno, es colaborar habitual de algunas de las formaciones musicales más importantes de nuestro país, como la Orquesta Barroca de Sevilla. Recientemente ha grabado las 12 fantasías para flauta de Telemann, en arreglo hecho por él mismo para oboe, que ha tenido una excelente acogida por parte de la crítica. Compagina su actividad como intérprete con la docencia, ya que desde 1999 es profesor de oboe en el Conservatorio Profesional Francisco Guerrero de Sevilla.
Usted nació en Pilas (Sevilla), localidad de la que han salido músicos como el contratenor Gabriel Díaz o el clarinetista Camilo Irizo. ¿Es casualidad o hay un especial caldo de cultivo musical en esa localidad?
Sí que existe ese caldo, debido en parte al ambiente musical desde hace décadas con la Sociedad Filarmónica de Pilas, que mi bisabuelo José Giráldez dirigía a principios del siglo XX y que en mi época estaba bajo la batuta de Vicente Micó. Alrededor de ella también hay una escuela de música donde empecé con la flauta de pico. Todo sirvió como trampolín para animarme a ir al conservatorio de Sevilla, gracias también al empeño de mis padres en llevarme dos o tres veces a la semana por las tardes y después de duros días de trabajo y esfuerzos económicos. Situación que se mantuvo gracias a consejos de grandes profesores de solfeo en mis primeros cursos como Julián Pérez.
¿Con quién se formó como oboísta?
Uno no termina nunca de formarse, y yo tengo algunos referentes en el oboe moderno como Thomas Indermühle, con quien procuro mantener una regularidad de clases siempre que la agenda lo permite. Remontándome a los inicios, creo que tuve buena base gracias a Rosario Benítez (Banda Sinfónica Municipal de Sevilla) y Carlos Baena (excatedrático del Conservatorio Superior de Sevilla), además de gran número de profesores de oboe que venían a enseñarnos a la OJA, JONDE, etc.
¿Cuándo decidió dar el salto al oboe barroco y con quién se formó para ello?
Tuve la gran suerte de asistir en verano de 2003 a uno de los cursos de música antigua que organizaba La Caixa, al que fui con oboe moderno porque se permitía si no tenías históricos. Resulta que el profesor era Alfredo Bernardini. Así que después de tocarle una sonata de Vivaldi y fabricar unas cañas de oboe barroco como ejercicio, decidió que me llevara uno de sus oboes al hotel y que preparara una clase para el día siguiente. Recuerdo perfectamente cómo trabajé una sonata de Geminiani, y a raíz de aquella experiencia decidí embarcarme en encargar un oboe al constructor Pau Orriols, quien me hizo un magnífico instrumento con el que actualmente sigo tocando. Además de Alfredo también recibí clases de Alayne Leslie entre otros.
Explíquenos las principales diferencias entre el oboe barroco y el moderno a la hora de abordar su interpretación.
La principal diferencia radica en que la evolución del oboe moderno ha pretendido evitar el uso de digitaciones complejas, como pueden ser posiciones de horca, esto es, que se colocan los dedos alternándolos, y no a continuación unos de otros, o el uso de medios agujeros, teniendo que colocar la mano a veces de forma un poco antinatural. Otra diferencia importante es que el registro agudo del oboe barroco se consigue a base de cambio de presión en la emisión de esas notas, siendo más fácil en el oboe moderno por la adición de llaves para conseguirlo de modo más directo.
Usted ha grabado recientemente las 12 fantasías para flauta de Telemann en versión para oboe. ¿Qué dificultades presenta esta transcripción?
Esta grabación la hice entre otras razones como un ejercicio muy personal. Más que una transcripción fue una interpretación como históricamente se ha hecho siempre en el Barroco, ya que mucha de la música de la época está compuesta para “flauta, o violín, u oboe”. Entonces quise respetar la música tal y como estaba escrita, simplemente cambiando algunas pocas notas de octava, con respecto al original, buscando que el resultado para el oboe fuera más natural. El respetar la música con sus tonalidades originales es un reto porque la flauta se mueve mejor por diversas tonalidades en las que el oboe se muestra algo menos flexible. Otras muchas cosas sí que funcionan porque a pesar de las diferencias, la flauta y el oboe barrocos tienen muchas cosas en común en cuanto a la digitación se refiere, y le dan mucho sentido al resultado sonoro, como dice la teoría de los afectos.
Usted colabora habitualmente tanto con la Orquesta Barroca de Sevilla como con la Orquesta Bética de Cámara o con los Ministriles Hispalenses. ¿No es complicado estar continuamente saltando de un instrumento a otro?
Al principio me costaba algo más porque no controlaba mucho las cañas que funcionan bien en el oboe barroco, pero poco a poco he ido conociendo y construyendo mejor material. Por otra parte, procuro organizarme el trabajo de forma que cada semana tenga un proyecto con uno u otro instrumento, y no mezclar demasiado, aunque con mi trabajo de profesor en el Conservatorio Francisco Guerrero de Sevilla es difícil conseguirlo. Pero he notado que me dota de gran versatilidad y flexibilidad cuando algún día tengo ensayo con chirimía, clases con oboe moderno y concierto con barroco. Otra dificultad podría ser el estilo de cada época, pero me gusta pensar cómo un actor tiene que enfrentarse a roles muy diferentes cada vez.
Háblenos de sus próximos proyectos discográficos.
Tengo en agenda varias ideas para grabar con una marca discográfica propia, Sonora, creada por Luis Orden, mi hermano Adrián Díaz y yo. Pero el proyecto inmediato va a ser a final de febrero: una grabación con un grupo al que pertenezco desde hace unos años, Trío Molbe, junto a David Cuenca (trompa) y Huberto González-Caballos (piano). Se trata de registrar el repertorio original del Romanticismo para esta formación, como son los tríos de Reinecke, Herzogenberg, Blanc y Molbe, autor que da nombre al grupo. Además estoy iniciando un trabajo con el guitarrista Alberto Plaza, con una idea más historicista, usando instrumentos réplicas y originales de principios del siglo XIX para tocar repertorio tanto original como arreglos. Otro proyecto más pensando en final de año sería grabar un segundo volumen de obras para oboe moderno solo, animado por la reciente dedicatoria de las obras Xou de José Mª Bru y Tétraèdre de Félix Ibarrondo. Un proyecto también interesante que está promoviendo mi representante, Dr. Gradus Artist Management, es tocar el concierto para oboe y banda El bosque mágico de Ferrer Ferrán, dirigida esta por el propio compositor.
Andrés Moreno Mengíbar
(Foto: Luis Orden)
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