Halffter, su última entrevista

En el momento de su despedida recuperamos una entrevista que, hace poco más de un año, Scherzo pudo realizar a Cristóbal Halffter con motivo de su 90 cumpleaños, compartido con Luis de Pablo, todavía felizmente entre nosotros.
Desde su casa de Villafranca, donde se encontraba recluido a causa del confinamiento impuesto por la primera oleada de la pandemia de coronavirus, Cristóbal Halffter atendía la conversación conmovido por la estremecedora situación que, en aquel momento (abril de 2020) vivía el mundo. Con sus palabras quiso dejar claro su inquebrantable fe en la capacidad de la humanidad para salir del atolladero y seguir creando belleza, esa misma a la que él, aquellos días, se dedicaba con intensidad para huír de lo que narraban los periódicos.
El próximo 13 de julio la Orquesta de Cámara de Basilea, dirigida por Pedro Halffter, realizará en Gran Canaria el estreno absoluto de su última composición, Melancolía, en el contexto del 37 Festival Internacional de Música de Canarias.
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Cristóbal Halffter: ‘Con 90 años no se pueden hacer muchos planes’
¿Cómo y de qué manera le ha afectado, en mayor o menor medida, el coronavirus y sus circunstancias?
Sigo la prensa y me espanta todo lo que leo. Y lo estoy viviendo espiritualmente muy mal porque me parece que estamos en medio de una crisis aterradora que me supera porque no la entiendo. No entiendo nada porque yo soy un humanista, no un científico. Y no acepto la situación, me está causando mucho desorden y un gran dolor.
¿Qué obras tiene sobre la mesa, en curso de creación o pendientes de estreno?
No estoy componiendo nada porque no puedo pensar más que en lo que pasa. Ya veremos más adelante. Pero sí que había escrito varias obras que estaban pendientes de estreno. El 24 de marzo la Orquesta Sinfónica de Madrid tenía que haber dado a conocer una obra para orquesta de cuerdas, mis Cuatro piezas populares españolas, en homenaje al experimento del gato de Schrödinger. Tomé unas sevillanas y las transformé con mis deconstrucciones habituales. Entonces al final el oyente no sabe si son sevillanas populares o sevillanas halffterianas. Como la desconcertante paradoja del gato, en la que al final no se sabe si está vivo o muerto. No sé cuando se podrá estrenar la obra, ojalá pronto. Con 90 años no se pueden hacer muchos planes.
Hace algunas semanas nos dejó Krzysztof Penderecki, del que usted era muy amigo. ¿Qué recuerdos guarda de él?
Me impactó mucho conocer su deceso. Como bien dice éramos muy amigos, siempre bromeábamos con que teníamos el mismo nombre, él en polaco yo en castellano. Hicimos hace años un concierto en Varsovia con la Orquesta Nacional Polaca. En la primera parte se tocaron mis Elegías a la muerte de tres poetas españoles. En la segunda, su Sinfonía nº1. Cada uno dirigió lo suyo. Fue un hito, un concierto memorable y muy elogiado. Con los años su música me fue interesando algo menos. Creo que mientras que en mi obra ha habido una evolución él optó por hacer un punto y aparte.
¿Qué obra de su catálogo le haría ilusión poder volver a oír en concierto?
Pues esa pregunta es difícil pero me gustaría que alguna orquesta hiciera mi cantata Yes, speak out (1968), que es muy especial y que me la encargó las Naciones Unidas para conmemorar el XX aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero también me gustaría que mi ópera Novela de ajedrez pudiera verse en España. En su estreno en Alemania tuvo lugar el más largo aplauso que había merecido un título contemporáneo en muchos años.
En Alemania ha vivido usted algunos de los momentos más felices de su carrera…
Así es. Yo he estado infinitas veces allí. Mire, una de mis grandes satisfacciones en la vida fue dirigir la Orquesta Filarmónica de Berlín en varias ocasiones. La primera de ellas fue por invitación de Herbert von Karajan. Mi editora le había enviado la partitura de las Elegías y a él le gustó. Así que él mismo me telefoneó y me pidió que fuera a dirigirla porque él se veía incapaz, no era un lenguaje con el que estaba familiarizado. Supuso un momento muy especial porque la Filarmónica es una orquesta que, si se pone a tu favor, es una maravilla.
Pero no se marchó, prefirió seguir en España…
Vivo como Santa Teresa de Jesús, “vivo viviendo en mí” y quiero mucho a las personas que me acompañan aquí, en mi país. Estoy muy rodeado de cariño aunque en estos momentos le diré que estoy completamente solo. Ahora, claro, uno sabe dónde está. La música contemporánea en España parece como si no hubiera existido nunca. En estos días pasados de confinamiento me preguntaba por qué ni un solo canal de televisión público o privado transmitía algún concierto, a la hora que fuera. Eso permitiría poner en contacto a la gente con la alta cultura musical pero eso no se le ocurre a nadie y, si a alguien se le pasa por la cabeza, ya vendrá otro que le diga que lo que ha imaginado es un disparate.
La muerte en 2017 de su mujer, María Manuela Caro, Marita Halffter, fue un durísimo golpe para usted. ¿Cuánta música le ha inspirado desde entonces?
Mire antes de contestarle le diré que hace muchos años, ensayando en el Teatro de la Maestranza de Sevilla mi Concierto para piano, con Marita en el teclado, se me cayó la alianza, ¡se me resbaló del dedo! Dejé el ensayo y me puse a buscarlo. Nada más y nada menos que había caído por una rendija al sótano. Yo pensé que aquello era un mal presagio pero me equivoqué. Al final estuvimos juntos 66 años. No he escrito un Réquiem para ella pero sí un Kyrie para voces y cuarteto de cuerdas. Se estrenó en nuestra tierra de Villafranca del Bierzo. Todo lo que hago está ligado a ella.
Ismael G. Cabral
(abril de 2020)