GRANADA / Lo divino y lo humano en un teclado
Granada. Monasterio de San Jerónimo. 6-VII-2024. 73 Festival de Granada. Yago Mahúgo, fortepiano. Haydn: Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz.
Como se sabe, Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz fueron creadas con destino a una formación orquestal, bastante copiosa además, con inclusión, al lado del habitual quinteto de cuerda, de dos flautas, dos oboes, dos fagotes, cuatro trompas, dos trompetas y timbales. Haydn las redactó por encargo de un canónigo de la catedral de Cádiz, don José Salud de Santa María, marqués de Valde-Iñigo. Durante mucho tiempo se situó la composición original en 1785. Recientemente el profesor Bartha ha podido determinar, por el examen de unos manuscritos encontrados en la partitura del minueto de la Sinfonía nº 82, fechada por Haydn en 1786, que en realidad Las siete palabras datan del invierno de 1786-87. Lo que hace suponer que el estreno tendría lugar en la ciudad gaditana en abril de 1787.
Es así que la composición vendría a ser, por su riqueza armónica, melódica y contrapuntística una especie de coronación de las seis Sinfonías de París. Todo ello vendría contradicho, sin embargo, por el hecho de que, según documentación fehaciente, hubo algunas audiciones vienesas de la obra en marzo de 1787, lo que significaría que, como había dictaminado Hoboken en 1957, la presentación mundial en Cádiz habría sido en 1786… En 1787 el mismo Haydn preparó una versión para cuarteto de cuerda y muy poco después Artaria editaría, sin el consentimiento explícito del autor, una destinada al teclado.
Esta, la más rara, es la que nos ha ofrecido en una radiante mañana granadina, en el maravilloso ámbito del Monasterio de San Jerónimo, Yago Mahúgo, pulsando en esta ocasión las teclas de su fortepiano, un hermosísimo instrumento, copia construida en 2012 a partir de un Anton Walter de 1789. Una gozada escuchar esa delicada y sutil tímbrica, ligera y efusiva, calurosa y vibrátil. En las manos además de un experto como él. Ha utilizado, como nos explica en sus sustanciosas y breves notas Bernardo García-Bernalt y corroboró el propio intérprete, una copia procedente de la Catedral de Salamanca. Un manuscrito que introduce ciertas modificaciones respecto a la edición de 1787, pues carece prácticamente de indicaciones dinámicas, aligera la textura de algunos pasajes y elimina algunas octavas.
La obra manó de las manos del concentrado fortepianista mansamente. Mahúgo gusta de acentuar los silencios, de despertar expectación son sus sutiles respiraciones y logra unos sorprendentes juegos dinámicos, algo raro en un teclado de este tipo. A base también de manejar con inteligencia los pedales situados a la altura de las rodillas. Todo ello favoreció una lectura pausada y vivificante, variada y llena de color, con lo que se establecieron los deseados contrastes y ondulaciones expresivas. Ya en la Introduzione apreciamos bien estudiados contrastes dramáticos.
Muy tranquila y pausada exposición la de la primera palabra, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, Largo en 3/4. Página llena de mansedumbre pero no exenta de pasajes sombríos y azarosos, cerrada con un pianísimo exquisito. La Sonata II (Hoy estarás conmigo en el Paraíso), Grave e cantabile, 2/4, fue tocada para reforzar lo afirmativo de la frase. La Sonata III (Mujer, he ahí a tu hijo), Grave en 2/2, que emplea un motivo emparentado con el Adagio de la Sinfonía nº 78 de 1782, estuvo adornada de largos silencios expresivos y nerviosos sforzandi.
La Sonata IV (¡Dios mío! ¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?), Largo en 3/4, reveló toda la pesadumbre de la música, que posee curiosas reminiscencias del Stabat Mater de Pergolesi. Nuevo contraste en la Sonata V (¡Tengo sed!), Adagio 2/2, que se inicia con dos acordes fortísimo. El modo menor hace entrada con fuerza elemental, un grito de dolor y desesperación para virar enseguida hacia la resignación. Vignal no duda en utilizar la palabra expresionismo para referirse a estos momentos.
Sonata VI (Todo está consumado), Lento 2/2. Cinco notas fortísimo en valores largos y al unísono abren la Palabra quizá más dramática, la más polifónica, algo no tan de relieve en esta versión para teclado. El desarrollo central es contrapuntístico y utiliza el motivo de cinco notas como cantus firmus, pero el cierre es sereno, de aceptación. La Sonata VII (Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu), Largo en 3/4, presenta hermosos efectos tímbricos, apreciables también en esta versión, donde se pudo detectar en las manos del fortepianista ese sorprendente clima irreal situado más allá de las cosas de este mundo. La sonoridad velada nos acerca a algunos de los adagios de las sinfonías Sturm und Drang. Mahúgo acentuó el valor de las escalas. Sin solución de continuidad irrumpe violentamente El terremoto, Presto con tutta la forza en 3/4. Robbins Landon, citado por Del Campo, y también Vignal, resalta el hecho de que aquí aparece por vez primera en la Historia de la música un pasaje con tres f. El ataque es súbito y da lugar a que se produzca la liberación de toda la tensión acumulada en los ocho movimientos anteriores.
Pese a que, excepto el final, todos los números son movimientos lentos, la variedad de aconteceres, las diferencias armónicas, los cambios rítmicos y, por supuesto, la riqueza melódica y dinámica, hacen que la partitura se escuche con el máximo interés; incluso en la versión para fortepiano escuchada en esta oportunidad; en la que, por cierto, nos faltaron algunas incidencias. En determinado momento se dañaron algunos macillos y la afinación, cuidada por Mahúgo, fue vacilante. Lo mismo que algunos momentos de la ejecución, que fue en general modélica, por tacto estilístico, por digitación, por concentración y por calibración de dinámicas. No en vano es una obra que el instrumentista tiene muy ahormada y que grabó para el sello Cantus en 2018.
Arturo Reverter
(foto: Javier Martín Ruiz / Festival de Granada 2024)