GRANADA / Klaus Mäkelä, los resortes de una batuta

Granada. Palacio Carlos V. 25-VI-2021. 70º Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Orquesta Ciudad de Granada. Director: Klaus Mäkelä. Obras de Widmann, Bartók y Beethoven.
La segunda presencia de Mäkelä en el festival ha servido para confirmar las excelentes impresiones recibidas tras la primera ante la Mahler Chamber Orchestra. La verdad es que, además, no se ha notado tanto la diferencia de calidad de las dos formaciones, ya que la hispana, seguidora fiel de las indicaciones del maestro, ha lucido de manera muy especial, lo que da prueba de la eficacia de una batuta cuyos resortes básicos pudimos apreciar a lo largo de un ensayo matinal.
En atriles –algo que siempre emplea Mäkelä- la partitura del Divertimento para cuerda de Bela Bartók. Tras una buena cantidad de compases, el director hizo un alto en el camino y comenzó a explicar las características de la composición, esa suerte de concerto grosso cuajado de sorpresas y de zonas misteriosas e incluso doloridas. Fue analizando prácticamente compás por compás dando indicaciones y repitiendo una y otra vez los pasajes más espinosos. Y la obra fue tomando forma y profundidad. Lo que a la postre se tradujo, ya en pleno concierto nocturno, en una estupenda interpretación en la que nada quedó al azar.
Nos sobrecogió de manera especial la lectura del fúnebre Adagio central con su único y cromático tema elevándose lentamente de las tinieblas hacia la tibia luz, que es rasgada por lo que algunos han llamado “un grito desesperado”. Un auténtico monólogo asordinado de soledad que fue puntual y exactamente reproducido. Previamente volvimos a pasárnoslo muy bien con ese ya conocido Con brio de Widmann, que tuvimos ocasión de escuchar, dirigido por el propio autor, hace unos meses en un concierto de la Nacional. “La obertura (así denomina a la composición el propio Widmann) está llena de riffs, florituras y humor beethovenianos y es como una deconstrucción de Beethoven. Los timbales están en el centro de atención desde el comienzo”. Lo entendió así Mäkelä, que nos llevó en volandas.
Como remate de la sesión nocturna al aire libre, la Séptima de Beethoven, de la que escuchamos, como cabía esperar, una versión animada, bien coloreada y contrastada de tempi y de dinámicas. Una versión que podríamos calificar de canónica, con todo en su sitio, con timbales muy presentes, con una excelente planificación (importante en el Allegretto), en ningún momento desbocada, con las riendas bien llevadas y con el orden justo de acontecimientos. Muy bien resuelto el clímax en el desarrollo del Vivace inicial, veloz, como es norma, el Presto del Scherzo, y algo menos rápido, como también se suele hacer, el Allegro con brio de cierre, que fue marcado a machamartillo y que tuvo la culminación adecuada. Gran éxito.
El joven maestro finés ha dejado una honda huella en esa Granada a la que volverá el día 11, esta vez dirigiendo la Orquesta de París, de la que será nombrado titular en breve. Por su elegancia, su talante, su actitud en el podio, diligente, precisa; por su manera de marcar, su amplio y panabarcador gesto, su batuta activa en todos los planos. Y, a la postre, por los resultados obtenidos en dos conciertos que quedarán para la moderna historia del festival. Un gran acierto de la dirección de la muestra granadina el haber traído a este joven talento.
Arturo Reverter
(Foto: Fermín Rodríguez)