GRANADA / El arte de la registración
Granada. Iglesia de los Santos Justo y Pastor. 4-IX-2020. XIX Academia Internacional de Órgano. Juan María Pedrero, órgano. Coro Tomás Luis de Victoria. Director: Pablo García Miranda. Obras de Hernando de Cabezón, Johann Kaspar Kerll, Heinrich Scheidemann y Antonio Soler.
El organista zamorano Juan María Pedrero [en la foto], miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Granada y director del ciclo de conciertos Academia de Órgano que organiza dicha institución desde hace diecinueve años como colofón de su actividad cultural y artística de cada curso, ha inaugurado la presente edición de la Academia Internacional de Órgano con un interesante programa y en uno de los instrumentos más significativos de la ciudad, como es el que construyera el organero granadino Salvador Pabón en la segunda mitad del siglo XVIII, posteriormente restaurado por Federico Acitores en el 2008 dentro del acertado programa “Andalucía Barroca”, patrocinado por el gobierno regional.
Inició su actuación con la glosa de Hernando de Cabezón que dedicara a su padre titulada Dulce memoriae, que expresó con marcado acento meditativo y que sirvió como elegíaco recuerdo a las víctimas de la pandemia. Le siguió la primera obra de las dos que interpretó de Scheidemann: la versión para teclado (intavolatura) del motete de acción de gracias Benedicam domino a seis voces de Hieronymus Praetorius, con el que empezó a mostrar las posibilidades del instrumento, especialmente en los llenos, dejando una atmósfera sonora de sagrada glorificación. Como contraste y en un determinante estilo profano, siguió con la versión de una tranquila canción que acompaña una danza de origen judío, Englishe Mascarata, que lleva por subtítulo La felicidad es bastante voluble, y que expresó dejando siempre la clara impresión en el oyente de esa curiosa explicación musical que encierra la intención de su sobrenombre y que el autor refleja con magistral ritmo.
El recital entró en una fase impactante con la controvertida (en cuanto a su autoría; se le atribuye también Cabanilles) Batalla imperial del coetáneo músico sajón Johann Kaspar Kerll, con la que Pedrero hizo una auténtica exhibición de estilo descriptivo, permitiendo que el oyente sintiera el fragor de los combates de la Guerra de los Treinta Años, haciendo para ello un alarde de variada registración. La obra más extensa del programa, con la que este finalizaba, fue Versos para el Te Deum del padre Antonio Soler, recogida en las colecciones del ilustre musicólogo Samuel Rubio. Sus dieciséis números permiten la utilización de una amplia registración que sirve para contrastar la intervención de las voces masculinas, en esta ocasión, las del granadino Coro Tomás Luis de Victoria, que intervenían con un empastado canto llano gregoriano, expresando distintas invocaciones pertenecientes a este destacado himno litúrgico cristiano de alabanza previas a cada verso instrumental. Pedrero supo destacar la personal voz del autor en el característico estilo fugado de los dos episodios que anteceden al hermoso tiempo de sonata con el que termina la obra.
En cuanto al instrumento, hay que decir que este concierto ha propiciado una excelente ocasión para disfrutar de las múltiples combinaciones sonoras que, con sólido magisterio, Juan María Pedrero conoce a la perfección.