Feldman – Gómez: un acontecimiento

Me pregunto qué pensaría Morton Feldman (1926-1987) de las grabaciones que acaba de publicar el pianista Alfonso Gómez. Es un interrogante que plasmo ahora y que me asaltó cada vez que dispuse en el reproductor alguno de los tres discos integrados en el cofre Late Piano Works. Con esta edición el sello Kairos detiene un momento su mirada en la composición actual para volver la vista a la inmediatamente anterior, no pocas veces más vigente que la de ahora mismo. Aunque la música de Feldman sea (tristemente) propiedad de unos cuantos fascinados por él en España su obra se halla entre las más grabadas del repertorio de la segunda mitad del siglo XX.
Gómez llega ahora, pero quienes le precedieron no son pocos. Y fueron y son grandes. Tomemos el ejemplo de For Bunita Marcus (1985), una de las partituras para el piano más bellas de la historia. Sí, de la historia. Markus Hinterhäuser, Marc-Andre Hamelin, Ivan Ilic, Steffen Schleiermacher, Hildegard Kleeb, Stephane Ginsburg, Roger Woordward, John Tilbury y Sabine Liebner, entre otros, se han detenido en ella.
También la tiene fijada en disco quien participó de su misma creación, Aki Takahashi (Mode). Pensamos que nadie como la japonesa había entendido tan bien cómo hay que dejar morir las notas de Feldman, ese apagamiento tan característico antes de que una nueva se nos presente en la escucha, como una sucesión de objetos aislados y, a la vez, ensimismadamente engarzados. Ahora descubrimos que el pianista vasco sabe perfectamente traducir la voz de Feldman, con esas notas al aire y sus correspondientes espacios habitables.
No hay afán alguno de chauvinismo en este texto, la versión de For Bunita Marcus que ha grabado Alfonso Gómez es de absoluta referencia. Otro tanto podemos decir de sus Triadic Memories (1981) … “encuentra el toque característico de la obra, se aferra a él, y luego, como en un largo aliento, articula la escala total de la obra (…) toca todo como si se tratara de materia prima”. Son palabras de Feldman (Pensamientos verticales, editorial Caja Negra, 2012) referidas a la versión de Woodward que nosotros aplicamos sin temor a equivocarnos al novísimo registro de Gómez.
En Triadic Memories los motivos se superponen sin que dejen poso en nuestra memoria, desubicada mientras asistimos a un vaivén, a un continuo inestable que nos fascina y nos extraña por igual. “Aparentemente el discurso es sencillo. Consiste en una secuencia de diferentes tipos de acordes que serán repetidos lentamente. Un acorde se repite tres veces; otro, siete. De pronto, se introduce uno nuevo que consigue difuminar en la memoria al anterior”, detalla Francisco Ramos en La música del siglo XX (Turner, 2013). Ese sentido de ilusión desorientadora es idealmente captado por el teclado de Alfonso Gómez, quien hace todo un tratado del uso del pedal como amortiguador, del silencio, de la extinción del sonido en definitiva. ¿Qué hace que queramos una y otra vez sentirnos desconcertados en estos pentagramas? La capacidad alteradora de nuestra consciencia y nuestra atención de la música de Feldman opera, si nos sentimos predispuestos, como la más psicodélica droga.
Frente a las dos piezas más extensas señaladas también se recoge en el álbum la más breve Palais de Mari (1986), creación de purísimo clima feldmaniano que resulta ideal para quien aún no se encuentre entre los abducidos por el compositor de Búfalo. ¿Existirá algún programador español que repare en este acontecimiento discográfico?
Morton Feldman: Late Works for Piano (For Bunita Marcus, Palais de Mari, Triadic Memories). KAIROS 0015106 (3 CD)
Ismael G. Cabral
(Foto: Klaus Polkowski)