Fallece Jaap Schröder, el último pionero del historicismo musical
Era el último de un pequeño grupo de pioneros a los que la música antigua le debe prácticamente todo lo que es hoy: esta madrugada, justo al día siguiente de haber cumplido 94 años, ha fallecido en su casa de Ámsterdam el violinista Jaap Schröder. Se va algo más que un músico: se va una leyenda, un auténtico mito, que, en compañía del clavecinista y organista Gustav Leonhardt y del flautista Frans Brüggen, a los que más tarde se uniría el violonchelista Anner Bylsma, fundó en 1960 el Concerto Amsterdam, primera formación que tocó con criterios historicistas música barroca en el siglo XX (al principio, con instrumentos modernos y, más tarde, con instrumentos y arcos de época). Se da la circunstancia de que Bylsma falleció el pasado 25 de julio. Brüggen falleció en 2014 y Leonhardt, en 2012.
Nacido en la capital holandesa, Schröder estudió Violín en el Conservatorio de Ámsterdam y, más tarde, se doctoró en Musicología en la Sorbona de Francia. Además de su participación en el Concerto Amsterdam (que no acabó bien, porque los tres miembros restantes le pusieron la proa de forma tremendamente injusta), Schröder mantuvo una intensa colaboración, como violinista y como director, con la Academy of Ancient Music, de la que era director artístico Christopher Hogwood [con quien le vemos en la foto que ilustra esta noticia]. En 1982 fue nombrado director musical de los Smithsonian Chamber Players de Washington, con la que realizó innumerables conciertos de música de cámara y un buen número de excelentes grabaciones discográficas. Impartió, asimismo, clases en la Schola Cantorum Basiliensis (donde fundó la cátedra de Violín barroco y donde fue profesor, entre otros, del español Emilio Moreno; también fue alumna suya Isabel Serrano), en la Yale School of Music y en el Conservatorio de Luxemburgo. Ejerció de concertino en la Orquesta de Cámara de la Radio de Hilversum y formó parte del Nederlands Striikkwartet y del Quartetto Esterházy.
Entrado ya en noventena, Schröder seguía en activo y viajaba por medio mundo en solitario, con ayuda en esos últimos años, eso sí, de un andador. Era frecuente verlo tocar en Islandia, país con el que mantuvo una estrecha relación musical en las postrimerías de su carrera musical. En el año 2016, la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua (GEMA) le concedió su Premio de Honor como reconocimiento a su labor por la difusión de la música antigua. La entrega del galardón tuvo lugar en la sala de cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid, y en ella Schröder tocó algunas obras en compañía de varios músicos españoles que habían sido alumnos suyos (Emilio Moreno, por supuesto) o con los que había mantenido una colaboración frecuente (el clavecinista Alberto Martínez Molina, director del grupo Hippocampus, con el que Schröder grabó varios discos).
Madrid fue siempre una ciudad muy querida por Schröder, ya que una de sus hijas, ya fallecida, contrajo matrimonio con una diplomático y violinista amateur español, Aurelio, y residió aquí hasta su muerte. De hecho, sus nietos son madrileños y viven en la capital de España.
Se va un histórico, pero nos queda para siempre su legado, transmitido a través de los muchos y excelentes alumnos que forjó y reflejado en más de doscientas grabaciones discográficas que forman ya parte de la historia de la música.