Excepcional Messiaen de Tamara Stefanovich y Pierre-Laurent Aimard

VISIONS: 
Obras de Messiaen, Enescu, Knussen y Birtwistle. Tamara Stefanovich y Pierre-Laurent Aimard, pianos. PENTATONE 5186 957 (1 CD)

El de Olivier Messiaen es uno de los catálogos pianísticos más sólidos y personales del siglo XX, ya sea para instrumento solista, en formaciones de cámara o con orquesta. En todos estos géneros ha sobresalido Pierre-Laurent Aimard a la hora de llevar al disco la música de su compatriota, al punto de que lo tengo como el más perfecto intérprete de Messiaen en las últimas décadas.

Los sucesivos registros que Aimard ha dedicado a Messiaen en Erato, Adda, Teldec, Deutsche Grammophon y Pentatone conocen una nueva entrega con una versión portentosa de Visions de l’Amen (1943) en compañía de una espléndida Tamara Stefanovich —partitura que Aimard lleva tocando desde los 15 años, incluyendo sus ensayos con Yvonne Loriod y el propio Messiaen—.

Aunque disponemos de muy notables grabaciones, como la de Steven Osborne y Martin Roscoe (Hyperion, 2003), mi primera referencia era la registrada por Maarten Bon y Reinbert de Leeuw (Montaigne, 1988), una lectura de cuidadísima definición tímbrica y trabajo de los planos: aspectos que vuelven a enfatizar Aimard y Stefanovich, si bien con un plus de colorido y volumen realmente celestial, uniendo una perfección técnica apabullante con una exaltación propia del fervor religioso expresado por Messiaen en un dúo compuesto en plena guerra.

Completan el compacto tres partituras en las que el piano, al igual que en Visions de l’Amen, evoca la sonoridad de las campanas: Carrillon Nocturne (1916), de George Enescu; Prayer Bell Sketch (1997), de Oliver Knussen; y Clock IV (1998), de Harrison Birtwistle, compositor cuyos complejos mecanismos y extremas dinámicas borda Aimard, como Stefanovich lo hace de la no menos endiabla partitura de Oliver Knussen.

Las tomas de sonido son otro de los puntos fuertes de este disco: espectaculares, como es habitual en el sello Pentatone.

Paco Yáñez