Estíbaliz Martyn: ‘En la escena eres lo que el compañero te da’
Nació en Madrid. Con tres años se mudó a un pequeño pueblo de la provincia de Cuenca llamado Belinchón. Fue al colegio en Tarancón. Todas las tardes acudía a Saelices para dar clases de piano con María Suárez Bricio hasta que con ocho años entró al Conservatorio de Cuenca, donde estuvo un año estudiando piano con Teresa Untoria. Luego se mudó a Madrid para estudiar en el Conservatorio Joaquín Turina, donde empezó baile y danza contemporánea. Estíbaliz le pedía a su madre que le apuntara a todo tipo de clases: recibir clases de piano, de baile, de interpretación, de pintura… El mundo artístico siempre le ha llamado la atención, pero también la medicina. También estudió en el Conservatorio Montserrat Caballé de Arganda del Rey. El momento que cambió su vida artística se lo atribuye al profesor José María Sepúlveda, quien le dijo: ¡Adéntrate en el canto, porque eres la mejor! Estíbaliz Martyn es una soprano lírico ligera con coloratura. Tiene una voz con mucha tesitura y voz central, lo cual le permite cantar papeles como la Reina de la Noche de Mozart. Su canto se basa en Voice Craft y Speech Level Singing, un método de canto americano. A sus 25 años, habla inglés, alemán, italiano, francés y rebosa entusiasmo, sencillez y, sobre todo, muchísima curiosidad y ganas de aprender. Eso es algo que se nota cuando uno conversa con ella. Estíbaliz fue la encargada de inaugurar el 58º Festival de Música Religiosa de Cuenca.
¿Te sientes apreciada en tu país como cantante?
Me siento muy apreciada y siento que estoy teniendo mucha suerte en este momento. Estudié en la Escuela Superior de Canto de Madrid y terminé en Alemania, lo cual me abrió muchas más puertas. Siento que sí, que en mi región, en mi país, me siento querida y valorada. Desafortunadamente, tengo compañeros que no pueden decir lo mismo, pero yo no puedo decir lo contrario. Si digo lo contrario, te mentiría.
¿De dónde te viene la afición por la música?
Empecé en la música con cuatro años, con el piano. Mi hermana es pianista. Es mayor que yo, me saca 3 años. Hasta los 18 años estuve en el conservatorio profesional en Madrid, también en Arganda del Rey, donde terminé el grado medio de piano. Luego, el director del conservatorio de Arganda del Rey me oyó cantar un día y me hizo una carta de recomendación para la Escuela Superior de Canto. Tenía 18 años recién cumplidos, era la chica más joven que había pisado la Escuela Superior de Canto, porque normalmente no se presentan chicas tan jóvenes. Entré recomendada, hice las pruebas y me admitieron. Realmente el piano me ha acompañado siempre. De hecho sigo tocándolo todos los días. Y es algo muy importante, porque a la hora de estudiar, de interpretar, la musicalidad y todo eso, me ayuda un montón ser también instrumentista. Pero el canto ha estado ahí desde siempre… Iba a la escuela de música y lo que más me gustaba era el solfeo. Luego empecé con clases de interpretación, con clases de teatro musical, donde se exige el canto, el baile. Entonces descubrí que el piano estaba genial, que quería sacarme el título para tenerlo, pero que el canto era lo que más me llenaba. El canto es algo muy especial para mí, la verdad.
¿Qué opinión le merecen los siguientes compositores desde el punto de vista del canto? Por ejemplo, Monteverdi.
Hay pocos compositores que no me gusten, porque cada uno de ellos, desde la época clásica hasta la contemporánea, es un mundo y hay que verlos con distintas perspectivas. Eso lo sé ver y soy consciente de ello. Monteverdi me encanta, porque puedo realizar melismas en el canto o, de repente, emitir una voz muy plana. Para mí Monteverdi es muy cercano, es etéreo.
¿Haendel?
Lo acabo de cantar en la inauguración del 58º Festival de Música Religiosa de Cuenca. Es música muy pura, muy limpia, muy sincera. El canto debe ser sincero y con libertad.
¿Bach?
Es el rey. También lo veo desde el punto de vista pianístico. Me parece sublime. Inigualable.
¿Schubert?
Los Lieder de Schubert me encantan. Me quedo con ellos.
¿Schumann?
Me quedo también con sus Lieder. ¡Maravillosos! Ambos, Schubert y Schumann, son músicos que tienen muchísima riqueza y eso se nota a la hora de cantar, de expresar. Para mí es muy importante la palabra. La conexión que hacen con la palabra. Es la correcta, la maravillosa conexión que hacen con la palabra y la música. Son maestros.
¿Bellini?
Es la línea del bel canto por excelencia. Para mí es maravilloso. De verdad que hay pocos compositores que no trague. Bellini es el rey del bel canto y creo que un buen cantante, si sabe cantar Bellini, puede cantar cualquier cosa.
¿Y qué cantantes te han inspirado más?
Renata Scotto, Anna Netrebko, Maria Callas… De hecho, hay una obra para estrenar sobre Maria Callas y yo tendría que ser la protagonista… Está ahí, cuajándose. María Calas es mi inspiración.
¿Qué destacarías de Scotto, de Netrebko y de Callas?
La valentía, su saber estar, el coraje, la voz, el timbre y el sacrificio que han tenido que hacer hasta llegar ahí donde están hoy. Y aún Mariella Devia con su edad… Ya quisiera yo llegar a su edad y cantar como canta y como lo hace ella, con la técnica que lo hace, y el saber estar encima de un escenario. Es que no solamente es cantar bien, es ser artista y cantante. Y Mariella Devia, interpretativamente, es un animal, vocalmente es maravillosa… Lo tiene todo. ¡Y encima con la edad que tiene!
¿Qué es lo que te gustaría llegar a hacer como cantante en tu vida?
El Metropolitan de Nueva York. Como artista, cantar en los grandes teatros. Una ópera aquí, pasado mañana en Nueva York, al día siguiente Australia o Italia. No me puedo quejar, porque mi agenda hoy por hoy es una locura… Compagino también los escenarios con la carrera de medicina. Estoy terminando patología y rehabilitación vocal por la Universidad de Alcalá de Henares con el doctor Cobeta.
¿Y eso cómo se compagina?
Hace dos meses empecé las prácticas en el Hospital Ramón y Cajal. Es un máster de dos años y me está sirviendo muchísimo para saber muchísimo más de mis instrumento… Mis padres tenían una residencia de ancianos en Belinchón y yo cuando era pequeña he estado en una residencia de ancianos. He vivido, he mamado todo lo que tiene que ver con la medicina, aunque luego yo me desviara por el canto. Cuando fui a Alemania, me ensañaron anatomía vocal, me enseñaron los problemas vocales, las patologías. En España no se da eso. Lo más parecido respecto a lo que se da fuera de España, aunque no sea oro todo lo que reluce en el extranjero, ha sido esto del máster. Cuando estoy en el hospital soy una persona distinta e intento ayudar con los distintos problemas vocales que encuentro. Y eso me ha servido para valorar la inmensa suerte que tengo de estar sana vocalmente y de evitar las patologías vocales que se puedan dar en un futuro.
¿Qué te gustaría que supiera de ti la gente que nunca te ha escuchado?
Artísticamente, la faceta de actriz. Soy una actriz que canta. Claro, es que tú ahora solo me has visto interpretar los tres temas —Haendel, Bach y Gounod— de la inauguración del festival de Cuenca, pero a mí me encanta la música contemporánea. Me gusta el teatro musical. De hecho, aquí estreno el musical Vlad de Plácido Domingo el próximo 28 de septiembre. Hay mucha gente que canta bien. Hoy das una patada y salen 475 millones de sopranos, y muy buenas sopranos. Pero hay que ser diferente…
¿Y qué es lo que te diferencia a ti?
La versatilidad de interpretar papeles muy distintos, saber ponerme en el papel. Me encantan los papeles nuevos, porque siento la necesidad de ponerme en el lugar del otro y permitirme ser esa otra persona. Esa es la magia de la interpretación, del teatro. Si a eso le sumas una línea vocal, la palabra de la que hablábamos antes… Cuando baja el telón, ya vuelves a ser tú.
Ahora que has hablado de actriz cantante, ¿qué opinas de Barbara Hannigan?
Es una maravilla. De hecho, es una de mis referentes desde pequeña. Ella representó el papel de Lulú y se metió en el papel hasta el extremo. Yo estoy a la espera de presentarlo en Lisboa, en el Teatro Sao Carlos. Claro, cuando trabajas ese tipo de personajes tan extremos durante tres o cuatro meses —más los años de estudio de ese papel—, te queda un poso del personaje, es inevitable. Hay que saber decir “hasta aquí”.
¿Cuál es el papel que te gustaría que se identificase contigo como cantante?
Tengo muchos. Giulietta de Bellini, Gulietta de Gounod, Cleopatra, Cunegunde de Bernstein… Estrené Nedda de I Pagliacci de Leoncavallo en el Festival de Ravena con el maestro Riccardo Muti, y la verdad es que lo disfruté tanto, a pesar de que no era el papel preferido.
Eres una cantante joven, ¿qué le dirías a esa ingente cantidad de jóvenes que normalmente no escucha música clásica y menos aún ópera?
Yo tengo la experiencia de que la gente que nunca ha escuchado ópera, cuando me escucha a mí, se emociona. En el colegio, en el instituto, estaban los compañeros típicos, los ‘malotes’ de la clase, y cuando me escuchaban a mí, esos mismos chicos que hacían barbaridades y que eran los malos y rebeldes, se lloraban de emoción. Y lo mismo ocurre con personas mayores que no han tenido oportunidad de escuchar ópera. Luego también están esas personas que escuchan otros estilos de música que no tienen nada que ver con lo clásico y que dicen que no les gusta la ópera. Honestamente, creo que es por desconocimiento, porque no saben la riqueza que hay detrás de una obra lírica. Por supuesto, cada uno ha de tener sus gustos, no todos vamos a ser iguales, pero yo les animaría a escuchar y a adentrarse en el mundo de la ópera poco a poco. ¡No te vayas a meter una ópera de cuatro horas la primera vez! Hay muchas óperas muy asequibles y muy bonitas musicalmente: La traviata, por ejemplo. Eso emociona a cualquier persona por la historia que hay detrás. ¡Es que es tremendo! Cuando yo descubrí la ópera, descubrí un mundo nuevo.
Si alguna vez escucharas una conversación de personas que hablan de ti sin que ellas supieran que estás escuchando, ¿qué es lo que te gustaría que dijesen de ti?
Pues que soy una buena persona. Aparte de la lírica, de ser actriz, lo que más me importa es que sea una buena compañera, porque eso se agradece un montón, y una buena persona. Por ejemplo, quiero ser una buena compañera de mis compañeros, porque yo agradezco muchísimo los buenos compañeros. En la escena eres lo que el compañero te da.
Eso de ser buena persona, ¿se refleja de alguna forma en tu canto? ¿Puede verdaderamente llegar a reflejarse en la voz?
¡Claro que sí! En el canto se refleja todo lo que eres. Por eso es tan maravilloso y tan distinto. El canto es emoción y tú con el canto tienes que reflejar todo lo que eres como persona. Toda tu alma la tienes que reflejar. ¡Y eso se nota!
Michael Thallium