En busca del instrumento perdido
No deja de ser curioso que algunos de los grandes enigmas sobre instrumentos musicales del pasado que aún no han sido capaces de resolver la musicología ni la organología tengan que ver con Johann Sebastian Bach. Me refiero al corno da tirarsi (del que ya nos hicimos eco en este artículo), al violoncello da spalla (para el que —según algunos intérpretes y lutieres como Sigiswald Kuijken, Dmitry Badiarov, Sergey Malov o Ryo Terakado— Bach escribió sus Seis suites para violonchelo solo) 0 el lautenwerk (clave-laúd), del que nos encargaremos en esta ocasión.
Existe la certeza de que Bach amaba este instrumento. En su testamento, entre los bienes muebles que lega a sus hijos, figuran dos claves-laúd. Pero no se tiene constancia de que compusiera ex profeso obra alguna para él y, lo que es mucho más descorazonador, no sabemos la forma que tenía ni mucho menos cómo sonaba, aunque podamos intuirlo.
Si he recordado ahora el clave-laúd ha sido por la reedición del sello Fra Bernardo de la excelente grabación discográfica con obras de Bach que en su día hizo austriaco Peter Waldner. El CD iba acompañado de un DVD documental en el que el siempre particular Bernhard Trebuch —propietario del mencionado sello discográfico— intentaba explicar lo que en ese disco denominaban ‘lautenclavier’. Se trataba, en realidad, de un instrumento construido por el norteamericano Keith Hill en 1999 basándose en algunas indicaciones del organero del siglo XVIII Zacharias Hildebrandt, discípulo del célebre Gottfried Silbermann (Bach llegó a afirmar que Hildebrandt era mejor organero que el propio Silbermann).
No dejaba de ser una especulación por parte de Hill ya que, por desgracia, no ha sobrevivido ninguno de aquellos claves-laúd originales. Lo que hizo Hill fue introducir algunas pequeñas modificaciones en un clave convencional y sustituir las cuerdas metálicas por otras de tripa. Su hermano Robert, prestigioso clavecinista, fortepianista y profesor, entre 1990 y 2018, de teclados históricos en la Hochschule für Musik de Friburgo de Brisgovia, llegó a registrar varios discos en el sello Hänssler con un clave-laúd construido por Keith. Para que no quede duda de la categoría como intérprete de Robert Hill, recordemos aquí el dato de que fue el primer clavecinista de Musica Antiqua Köln, probablemente el grupo de cámara barroco más aclamado del pasado siglo. En este vídeo podemos apreciar el sonido de un instrumento construido por Keith Hill y Fabio Rigali, en el Preludio BWV 998 interpretado por el el propio Rigali.
La mayoría de los escasos clavecinistas que hoy en día tocan un clave-laúd optan por la fórmula de Keith Hill: poner cuerdas de tripa en lugar de metálicas. Pero antes del experimento de Hill, hacia 1981, el polifacético músico húngaro Gergely Sárközy había grabado para el sello Hungaroton varias obras de Bach en un clave-laúd (en realidad, un enorme laúd con teclado y, por supuesto, sin mástil) contruido por Rudolf Richter. Escuchemos aquí cómo suena el invento de Richter en la interpretación de Sárközy del Preludio BWV 997.
Otros modelos (como el que aparece tocando en este vídeo Dongsok Shin) se alejan en cuanto a la forma de los claves convencionales y ofrecen un sonido mucho más dulce, aunque es difícil determinar si ello se debe solo al uso de cuerdas de tripa o también a la estructura.
En definitiva, creemos (o pretendemos) saber todo o casi todo sobre la vida y la obra de Bach, pero son muchos los enigmas que todavía están por desentrañar.
Eduardo Torrico