El violinista letón Jevgēnijs Čepoveckis arrasa en el concurso CullerArts

Cullera. Auditori del Mercat. 19-IX-2020. Mendelssohn, Concierto para violín y orquesta en Mi menor. Violines: Jevgēnijs Čepoveckis, Magdalena Sypniewski y Roman Kholmatov. Orquesta de Valencia. Director musical: Francisco Valero-Terribas.
Rotundamente excepcional la participación del letón Jevgēnijs Čepoveckis (Riga, 1995) en la segunda edición del Concurso Internacional de Violín CullerArts, cuya final se celebró el sábado en el acústico Auditori de la playera y musicalísima localidad valenciana de Cullera. La triunfal interpretación que brindó Čepoveckis del Concierto para violín en Mi menor de Mendelssohn-Bartholdy concilió virtuosismo, musicalidad, estilo, ductilidad y maneras de gran solista. El violinista letón dejó claro con su rotunda, apasionada, vibrante y madurada versión estar destinado a ser uno de los grandes. En Cullera, apoyado en las cuatro cuerdas de su formidable violín Nicolò Amati de 1645, demostró serlo ya.
Como no podía ser de otro modo, se alzó con el primer premio, otorgado por unanimidad por un jurado, integrado, entre otros, por los violinistas Anabel García del Castillo, Mijkhail Pochekin y Mariana Todorova; los directores de orquesta Pablo González, Andrés Salado y Cristóbal Soler (director artístico del concurso); el mecenas Roberto Polo o los críticos César Rus y Michael Thallium. Jevgēnijs Čepoveckis obtuvo, además, el premio del público “por abrumadora mayoría” y el otorgado personalmente por Roberto Polo, de 3.000 euros, que se añaden a la dotación de 3.000 que conlleva el primer premio.
Para tan rotundo éxito el joven e impactante triunfador contó con el pulido acompañamiento de una Orquesta de Valencia dirigida con tacto, soltura y generosidad por Francisco Valero-Terribas, quien cuidó y mimo con competente maestría el arte solista de Čepoveckis. Las atmósferas que generaron, el carácter lírico que solista y director imprimieron al andante central y el intenso, pero nunca impostado impulso romántico con que envolvieron la simétrica estructura del concierto fueron algunas de las cualidades que definieron la sobresaliente interpretación de este deslumbrante paisano de Guidon Kremer.
Muy altos niveles lucieron igualmente los otros dos finalistas, la francesa de origen polaco Magdalena Sypniewski (1996) y el ucraniano Roman Kholmatov (1994) Ambos interpretaron igualmente el Concierto de Mendelssohn-Bartholdy. Sypniewski se alzó con el segundo premio gracias a su particularidad musicalidad, que le permitió hacer suya la partitura, mientras que Kholmatov, actualmente en la Escuela Reina Sofía de Madrid, hizo gala de medios violinísticos de notable y mayor envergadura, pero cuyo fuste instrumental acaso no alcanzó a plegarse a las reminiscencias clasicistas que habitan la partitura. Su poderoso arte violinístico fue reconocido, además de con el tercer premio, con la cesión por dos años de un valioso violín salido del taller del lutier moscovita afincado en Becerril de la Sierra Yuri Pochekin.
A pesar de la pandemia y de los consecuentes problemas de movilidad y de todo tipo, el Ayuntamiento de Cullera –promotor del concurso- optó hace ya meses decididamente por mantener la convocatoria, y proseguir con un certamen que ya el pasado, en su primera edición, ganada por la violinista ucraniana Tatiana Lutsik, alcanzó muy alto nivel artístico. “Hemos querido seguir a pesar de todos los riesgos. Para ello, hemos tomado todas las medidas de seguridad y precaución imaginables. El arte tiene que continuar. No podemos amedrentarnos y replegar lo mejor de nosotros. Con sentido común y responsabilidad, no podemos prescindir de la música”. Palabras cabales del Alcalde de Cullera, el socialista Jordi Mayor, él mismo músico. Bueno…, percusionista (permítanme la chorrada).
Justo Romero