El tercer hombre
Janácek y Bartók nacieron y habitaron en una estrecha franja de la Europa centro-oriental y su música comparte una fuerte inclinación por los ritmos desplazados y por los cuartos de tono, rozando a veces la atonalidad. Nada de todo esto tiene mucho que ver con Brahms, que era un hamburgués por origen, inclinación y dieta. Lo que viene a hacer aquí, emparedado en este álbum sándwich eslavo-báltico, se antoja francamente insondable.
Los intérpretes, Fazil Say y Patricia Kopatchinskaja, son respectivamente turco y moldava, es decir, bastante cercanos ambos a Janácek y Bartók. El ataque de violín de PatKop en la sonata de Janácek de 1914 es tan temerario que la solista corre el riesgo de despeñarse. Say le lanza una desesperada cuerda de seguridad, que ella ignora, tocando siempre al borde del precipicio.
La música resultante no es, ni por asomo, fácil de escuchar. La vida era dura en los Cárpatos y el compositor quiere que lo sintamos. La Primera Guerra Mundial acaba de comenzar. Pónganse a cubierto. Esta abrasiva interpretación sitúa al oyente en primera línea. No se trata de un disco para pusilánimes.
Compuesta en 1921, la sonata de Bartók destila su modernidad de fuentes ásperamente bucólicas, tal como hizo Picasso en su Periodo Azul. Sin concesiones en su sombrío comienzo, encuentra finalmente alivio en la furiosa y vertiginosa celeridad de un finale casi suicida, que PatKop interpreta a una velocidad imposible, alucinante.
Así pues, díganme ustedes: ¿qué hace la tersa y delicada sonata de Brahms de 1888 en mitad de este programa? Las respuestas, a ser posible, por tarjeta postal.
Norman Lebrecht
1 comentarios para “El tercer hombre”
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