El sello DOREMI publica una colección de inéditos de Klaus Tennstedt, el último de los viejos kapellmeister
KLAUS TENNSTEDT:
The Radio Broadcasts (vol. 1) – Obras de Beethoven, Mahler y Haydn. Diversas orquestas. Grabaciones de 1977-1979. DOREMI (4CDs)
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Klaus Tennstedt huyó de Alemania del Este en 1971, con 45 años, y anduvo pululando de aquí para allá durante más de un lustro antes de que alguien se diera cuenta de que era un director realmente extraordinario, «el último de los viejos Kapellmeister», como dijo Herbert von Karajan. Tras un concierto decisivo en Toronto, fue invitado por las cinco grandes orquestas de Estados Unidos mientras desempeñaba un trabajo miserable en la orquesta de la NDR de Hamburgo. La apoteosis se produjo a partir de 1978, cuando comenzó su relación con la London Philharmonic, con la que Tennstedt realizó las indelebles grabaciones que constituyen la parte del león de su legado. Los fantásticos documentos que presentan estos cuatro CDs (primer volumen de una impagable serie del sello DoReMi que va ya por la cuarta entrega, disponibles en plataformas) proceden precisamente de los ‘años de espera’ de Tennstedt, es decir, los anteriores a 1980. Se trata de tomas radiofónicas de la época, con todas las limitaciones acústicas propias de este tipo de recuperaciones.
Los mejores cortes, con diferencia, son los dedicados a Beethoven. Un Triple Concierto en Tanglewood en julio de 1977 no sólo resulta electrizante, sino que, en mi opinión, se erige como el testimonio más convincente que he escuchado jamás de esta obra desigual y experimental. Gran parte del mérito corresponde a los solistas Joseph Silverstein (violín), Jules Eskin (violonchelo) y Peter Serkin (piano), con la Sinfónica de Boston sonando casi celestial. Pero al final, es el fraseo de Tennstedt y su profunda empatía con las peculiaridades de la escritura y del discurso beethovenianos lo que convierte en irresistible e imprescindible esta lectura.
No menos arrebatadora resulta la versión, también con la Sinfónica de Boston, de la Séptima Sinfonía, una lectura que baila como luciérnagas en una boda campestre. ‘Gloriosa’ no es una palabra demasiado fuerte para describirla. Por su parte, la Quinta con la Sinfónica de Chicago, destaca menos por su innata ferocidad que por la suavidad que Tennstedt extrae de la hipervoltaica orquesta de Georg Solti.
Una Renana de Schumann con la Filarmónica de Nueva York muestra a Tennstedt en todo su esplendor y dinamismo. Escuchándola, se entiende a la perfección lo que Karajan quería decir: así es como los músicos de antes de la guerra captaban el paisaje alemán a través de la música de uno de los suyos.
La Primera de Mahler con la NDR me ha convencido menos. En aquella época, la aproximación de Tennstedt a la música de Mahler era tentativa; todavía no estaba preparado para mantener sus corazonadas hasta el final, y la interpretación es en general bastante rectilínea. El comienzo carece de misterio y la marcha fúnebre es demasiado literal. Aun así, hay momentos en los que uno se queda boquiabierto ante las intuiciones de la batuta.
Las demás piezas del estuche pertenecen a Haydn, que no era ni mucho menos el fuerte de Klaus Tennstedt. En 1994 dejó de dirigir a causa de un cáncer, y desde entonces nunca hemos vuelto a ver a alguien de su estirpe. Dejando a un lado la calidad del sonido radiofónico, estos conciertos felizmente recuperados se recomiendan solos.
Norman Lebrecht