El réquiem de Silvestrov
VALENTIN SILVESTROV:
Requiem für Larissa / Chor des Bayerischen Rundfunks. Münchner Rundfunkorchester. Dir: Andres Mustonen / BR Klassik
En mayo de 1996, el compositor ucraniano Valentin Silvestrov recibió la noticia de que su esposa, la musicóloga Larissa Bondarenko, había fallecido repentina e inesperadamente en un hospital de Kiev. El shock le hizo enmudecer durante varios meses, al cabo de los cuales empezó a escribir un réquiem en su memoria, mezclando el orden tradicional católico de los movimientos y quebrando el discurso de vez en cuando a mitad de frase, como si estuviera demasiado ensimismado para continuar.
Viviendo bajo el férreo control soviético, Silvestrov se vio obligado a lo largo de su carrera a desarrollar múltiples técnicas para engañar a las autoridades y llegar a un público amplio y empático, creando un estilo personal e inconfundible a partir de una heterodoxa mezcla de neoclasicismo, postonalidad, collage, minimalismo y el uso selectivo de la electrónica.
El segundo movimiento de este réquiem utiliza un sintetizador amplificado, pproduciendo un efecto tan chocante como surreal. En medio del caos estilístico, emerge una atmósfera que nos recuerda a la del Juicio Final en la Segunda sinfonía de Mahler; la confrontación de un ser humano solitario con el momento último de la existencia.
Los pasajes solistas de esta obra de una hora de duración pueden involucrar a un cantante o un violín solitario, pero en ningún momento nos cabe la menor duda de que cada uno de estos pasajes a solo nos representa a todos y cada uno de nosotros en nuestro momento más íntimo e inefable. Una melodía fluctúa de Mozart a Webern, pasando por Theremin, Stockhausen y Philip Glass. El compositor, responsable de semejante confusión, se erige en maestro absoluto. Él habla: nosotros escuchamos. No hay resolución de conflictos. Cada vez que escucho estre Requiem für Larissa, más atrapado y conmocionado me siento.
La primera grabación de esta obra sensacional tuvo lugar, dentro del catálogo ECM, a comienzos de siglo, en 2001. Aunque se trataba de una estupenda versión, la que hoy nos ocupa, protagonizada por la Orquesta de la Radio de Múnich y el coro de la BR, dirigidos por Andres Mustonen, la supera con claridad. El Réquiem de Silvestrov se nos presenta como una obra de arte excepcional en estos turbulentos tiempos que vivimos. No entiendo por qué no se ha escuchado todavía en Salzburgo, Lucerna, Tanglewood o en los BBC Proms. Este próximo verano sería un buen momento, a la terrible sombra de la guerra de Ucrania.
Silvestrov huyó de su patria con algunas dificultades poco después de la invasión rusa. A sus 85 años, vive refugiado en Alemania.
Norman Lebrecht