‘El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas’ de Marius Schneider
Hoy 23 de abril, Día Internacional del Libro, quisiera aconsejar una lectura fundamental: El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas, del gran etnomusicólogo alemán Marius Schneider (1903-1982). El libro se publicó por primera vez en 1946 (y en castellano, curiosamente, pues en aquel entonces Schneider vivía y trabajaba en Barcelona) y la editorial Siruela lo reeditó en 1998.
El origen del libro es bien curioso. En verano de 1944, Schneieder estaba visitando el monasterio de Santa María en Ripoll. Los animales esculpidos en los capiteles del claustro llamaron su atención. Se trataba de motivos típicos de la iconografía románica (monstruos, monos, leones, pavos reales, sirenas…) pero lo que más despertó su curiosidad fue el ritmo tan extraño con el que las figuras se sucedían. Aquello le hizo recordar una teoría hindú del siglo XIII que identificaba determinados animales con ciertos sonidos musicales. Schneider sospechó entonces que el claustro podía ser en realidad una partitura, cuyas notas estaban representadas por los animales esculpidos en los capiteles.
El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas es el intento de reconstruir esa melodía oculta. En esta tarea musicológico-detectivesca, Schneider despliega su inmenso conocimiento de los sistemas musicales de las sociedades primitivas y de las grandes culturas antiguas. Más que los resultados de la investigación (cuestionables y, en todo caso, hipotéticos), lo que importa es el camino trazado por el autor, la trama de asociaciones que va estableciendo, la filosofía que sustenta su proceder y el universo al que da forma. El cuadro general es impresionante y enfoca desde una perspectiva etnográfica muy amplia lo que ya sugerían los pitagóricos, los neoplatónicos, o los poetas y filósofos del Romanticismo alemán. La materia sería la sedimentación de un sonido originario, la expresión de unos arquetipos cuya sustancia verdadera es rítmica y melódica; todos los niveles de la realidad estarían conectados y esta conexión se expresaría en términos sonoros, musicales.
El origen musical de los animales-símbolos es un libro apasionante aunque no fácil. Pero es uno de esos libros (y no son muchos) que tienen la facultad de cambiar al lector y modificar su forma de ver las cosas. Por eso mismo merece la pena sumergirse en sus páginas. Schneider intuyó que las piedras del monasterio de Santa María en Ripoll cantaban, que los claustros románicos eran himnos. A partir de ahí podemos figurarnos las arquitecturas de las catedrales como majestuosas polifonías y dar luego otro salto más, hasta considerar la música como una argamasa invisible que tiene unido el universo.