El eclecticismo según Garth Knox

GARTH KNOX:
Satellites. One Finger. Ten Fingers. Four into Twenty. Microtonal Blues. Rick O’Shea. Quartet for One. Garth Knox, viola. Ragazze Quartet. CHANNEL CLASSICS (1 CD)
Unánimemente aplaudido como uno de los más grandes violistas de nuestro tiempo, el dublinés Garth Knox ha desarrollado, además de una fructífera carrera dentro de conjuntos como el Ensemble intercontemporain o el Arditti Quartet, una paralela dedicación a la composición quizás no tan (re)conocida por el gran público, pero que destila algunas de las muy bien aprendidas lecciones que Knox recibió de los muchos maestros de la nueva música con los que trabajó en las citadas formaciones.
Escuchando el compacto del sello Channel Classics que hoy nos visita, me he acordado de otro enorme instrumentista de cuerda e igualmente compositor, el contrabajista italiano Stefano Scodanibbio, pues tanto éste como Garth Knox dan rienda suelta, en sus propias partituras, a una enorme libertad estilística que conjuga desde las improntas más sesudas de la avantgarde a un lirismo no exento de ecos de las músicas populares y de raíz; en el caso de Stefano Scodanibbio, de las mexicanas; en el de Garth Knox, desde los Estados Unidos a su Irlanda natal.
Pero, antes de transitar dichos ecos a ambos lados del Atlántico, Garth Knox nos conduce muy lejos, al espacio exterior, subidos a Satellites (2015), su primer cuarteto de cuerda. Dedicado al Kronos Quartet y dividido en tres movimientos, el primero de ellos, “Geostationary”, aborda las paradojas del estatismo y el movimiento a gran velocidad en el espacio, con un instrumento, la viola, que orbita en torno a los restantes miembros del cuarteto, sin detenerse, al tiempo que recibe de violines y violonchelo lo que parece una lluvia de meteoritos musicales. Mientras, “Spectral Sunrise” refleja los amaneceres estelares, de los que aquí escuchamos tres, sucedidos por sus respectivas noches, con una música de carácter espectral, en halos y brillos que se expanden y filtran continuamente, cual la luz de los astros. Como su nombre indica, “Dimensions” cierra este primer cuarteto mostrándonos las diferentes dimensiones que nos rodean, convertidas por Garth Knox en distintas técnicas que nos hablan de un enorme dominio alquitarado, especialmente, en sus años con el Arditti Quartet (de 1990 a 1997). Entre dichas técnicas destacan, en “Dimensions”, las que Knox denomina «látigo» y «helicóptero», por sus respectivas incidencias en lo percusivo y en lo circular, sin que, por ello, estos procedimientos más modernos y acerados diluyan los ecos de unas músicas tradicionales que se entreveran a lo largo de los tres movimientos, confiriendo unidad y cierto sentido lúdico a este tríptico.
El segundo cuarteto de cuerda compuesto por Garth Knox fue Four into Twenty (2020), partitura dedicada al conjunto que aquí la interpreta (en la que es su primera grabación mundial), el Ragazze Quartet neerlandés. En sus notas para este compacto, el propio Knox se refiere a que la estimulante colaboración con las cuatro instrumentistas del Ragazze puso el foco en los aspectos que habrían de guiar su composición de Four into Twenty, haciendo dialogar a la década de los años veinte del pasado siglo con la que actualmente vivimos (y padecemos) en el XXI, a través de cuestiones como la emancipación de la mujer, la eclosión del jazz o la aparición del sonido grabado en el cinematógrafo.
Todo ello depara un cuarteto netamente programático, en el que su primer movimiento, “Letting go”, nos introduce en un ambiente industrial propio de los albores del siglo XX, con un abigarrado conjunto de sonoridades que Knox tilda de «masculinas» y ruidosas, conformando un ambiente caótico y opresivo, repleto de gestos sin sentido que llevan a los músicos a huir de tal escena acústica, desplegando cuatro voces independientes que entonan un canto más libre y amable, con reminiscencias de las melodías de comienzos de la pasada centuria. El segundo movimiento, “Above our heads”, expande esa liberación que se había iniciado en el final de “Letting go”, conduciéndonos a un universo de armónicos y texturas agudas que hacen resplandecer dichas músicas del ayer, confiriéndoles cierto halo de intemporalidad y una estática belleza que, progresivamente, va ganando en dinamismo, con ecos de las danzas sureñas estadounidenses y las reverberaciones en ellas subyacentes del folclore europeo.
Reforzando la concatenación temática y formal que escuchamos entre las cuatro partes de Four into Twenty, el tercer movimiento, “Lockdown Blues”, integra los armónicos precedentes con toda una sensual danza de pizzicati en bucle: nueva técnica estrictamente programática, pues con ella Knox remeda los días de confinamiento por la pandemia de la covid-19; especialmente, en las figuras de un violonchelo encerrado en sí mismo, aunque, en conjunto, las cuatro instrumentistas del Ragazze se ven aquí confinadas en sus respectivas cuerdas, a modo de viviendas aisladas: forma musical del que ha sido (y seguramente será) uno de los momentos más representativos de nuestro tiempo. Se cierra Four into Twenty con “Charleston”, estilo musical convertido en epítome de los felices años veinte que añade no sólo ecos explícitos de tal música, sino libertad al cuarteto a nivel estructural, pues Garth Knox habilita la posibilidad de que, entre los ecos del charlestón, las instrumentistas puedan introducir fragmentos de sus Open Spaces (2009/2018), piezas para violín o viola que escuchamos, aquí, de forma igualmente independiente. Recitados numéricos de las intérpretes del Ragazze apuntalan, de viva voz, los patrones métricos del charlestón, hasta su conclusivo zapateado, con el que rubrican el iconoclasta, intertemporal y poliestilístico Four into Twenty.
Como antes apuntamos, entre los distintos cuartetos presentes en este compacto se recogen hasta cuatro partituras que forman parte del ciclo Open Spaces, integrado por Viola Spaces y Violin Spaces: un conjunto de estudios contemporáneos para ambos instrumentos, cuya publicación por la editorial Schott dota a violistas y violinistas de un recurso de primer orden para perfeccionar las técnicas modernas de sus instrumentos de cuerda. De Open Spaces se han incluido en este disco Viola Space nº3 “One Finger” (2009), que se centra en la técnica del glissando; Violin Spaces nº3 “Microtonal Blues” (2018), que, como su nombre indica, trabaja los elementos microinterválicos; Violin Spaces nº4 “Ten Fingers” (2018), construido a través de un obsesivo pizzicato; y Violin Spaces nº8 “Rick O’Shea” (2018), con su saltarín y vivaz ricochet, aunque, en realidad, es una pieza que abarca al conjunto de las técnicas extendidas.
Tal y como apunta la violinista alemana Carolin Widmann en el prefacio de la edición en Schott de estas páginas para violín (bien conocidas por ella misma), lo humorístico y el disfrute del instrumentista son muy importantes para Garth Knox; de ahí, que haya algo afable y juguetón en estas piezas, pues no olvidemos que, en cierto sentido, son páginas de estudio: proceso que el compositor irlandés quiere dulcificar, en lo posible, a quien se lance a estas partituras (en general, cortas, pues las aquí recogidas están todas ellas por debajo de los cuatro minutos de duración). Así, mientras que los dos primeros Violin Spaces resultan más clásicos, “Ten Fingers” impone mayores exigencias, con su velocidad más acelerada (negra a 88) y toda una plétora de recursos entre una tradición actualizada y una apuesta por la modernidad, con gettato, arco circular, col legno battuto, slap, roce vertical del arco y otras paganiniadas ―si se me permite el neologismo― que aquí resuelve con primor Rosa Arnold, primera violinista del Ragazze.
Cierra el disco una pieza realmente curiosa, aunque totalmente lógica, si pensamos en la carrera como violista de Garth Knox, su Quartet for One (2020), partitura ―según nos cuenta su autor― concebida como un «cuarteto de cuerda para viola sola». Nuevo fruto del confinamiento padecido en la primavera del 2020, Quartet for One muestra el anhelo de retomar la música como un ejercicio de diálogo y encuentro, cuya carencia (al menos, presencial) llevó a Knox a implosionar el cuarteto de cuerda al completo en un solo instrumento, en una viola a cada una de cuyas cuerdas se le asigna un instrumento del cuarteto tradicional (por mayor proximidad de su tesitura), siendo las cuerdas La y Re para los violines; la Sol, para la viola; y la Do, para el violonchelo, si bien esta última se destensa, en una scordatura que oscurece el color de la viola, acercándola a la gravedad del cello.
Con estos planteamientos (además de con los propiamente escénicos, pues, aunque no lo veamos al escuchar este compacto, el violista dispone de cuatro sillas y de cuatro atriles, para enfatizar aún más la dramaturgia del cuarteto de cuerda al completo), las sucesivas combinaciones de dobles cuerdas y pizzicati crean la ilusión de más voces tocando al mismo tiempo que simplemente la de un sólo músico, desplegándose una polifonía impresionante (vistos los planteamientos estructurales y armónicos de Quartet for One), que aquí desgrana el propio Garth Knox. Su exhibición técnica completa, de este modo, a las anteriores a cargo del Ragazze Quartet, con un tono entre ecos del clasicismo y un sesudo trabajo de las técnicas más actuales, dando un sentido muy lírico y una perfumada musicalidad a partituras cuya interpretación no resulta nada sencilla, por esa hibridación de estilos y lenguajes con los que Garth Knox juega: algo que nos recuerda no sólo al ya mencionado Stefano Scodanibbio, sino a otros músicos-compositores de nuestro tiempo marcados por tal mestizaje, como John Adams o Esa-Pekka Salonen.
Por lo que a las grabaciones se refiere, éstas fueron realizadas en el MCO Studio 2 de Hilversum (Holanda), en febrero y septiembre de 2022, a cargo del ingeniero y productor Jared Sacks, con los habituales estándares de excelencia de Channel Classics (algo que se evidencia en el hecho —cada vez menos habitual— de especificar la información técnica de los componentes del equipo de grabación y masterización). Por último, en el libreto, además de dicha información detallada, se incluyen fotografías y biografías de las intérpretes y del compositor, un Garth Knox que firma los sucesivos textos en los que nos presenta cada una de estas partituras: toda una invitación al eclecticismo musical de calidad.
Paco Yáñez