¿El compositor francés más importante de la segunda mitad del XX?

QUART DE NUIT: Cuartetos de cuerda de Dutilleux, Ravel & Debussy / Cuarteto Ruysdael / Deux-Elles. DXL1185
(****)
Es una triste realidad en el mundo de la música que, cuando muere un compositor, su música va a parar al limbo durante al menos durante diez años, tiempo en el cual los directores y programadores musicales meten su obra en un cajón y esperan, dicen, a que se asiente su reputación. Para unos pocos compositores afortunados, después de transcurrida esa década se produce un resurgimiento. Para los demás, solo queda el silencio.
El compositor francés Henri Dutilleux murió en mayo de 2013 a la edad de 97 años. Dutilleux luchó toda su vida por hacerse oír, en contra del modernismo dominante de Pierre Boulez por un lado y, por el otro, del catolicismo ornitológico de Olivier Messiaen. Dutilleux era muy suyo, receloso de las doctrinas y las ideologías. Aunque vivía en el cuarto distrito de París, su música evoca los aleteos y chirridos de un sombrío paisaje nocturno en el campo, de forma muy parecida a como lo hace Béla Bartók en sus cuartetos de cuerda y György Ligeti en sus últimas obras. La música de Dutilleux, aunque moderna en su renuncia a la melodía, está arraigada en la realidad orgánica en un sentido que Boulez jamás pudo alcanzar y Messiaen solamente imitó. Se podría defender que Dutilleux es el compositor francés más importante de la segunda mitad del siglo XX; ahí queda dicho.
Su obra es bastante reducida, pero cautivadora. Su concierto para violonchelo de 1970 tout un monde lointain, escrito para Rostropovich, utiliza la música como un intermediario entre la humanidad y el infinito en una especie de diálogo extraterrestre. Su cuarteto de cuerdas de 1976 ainsi la nuit explora los miedos y las esperanzas del individuo cuando la oscuridad se cierne sobre un paisaje lunar. Hay atisbos de Bartók y Webern, así como un inconfundible regusto de Ravel, cuya música parece actualizarse a las demandas contemporáneas. El cuarteto está compuesto de siete movimientos con una endiablada escritura para los intérpretes de cuerda, así como numerosos ruidos producidos sobre los propios instrumentos. El finale lleva por título ‘tiempo suspendido’, y se recibe como si se tratase de un regalo. Durante casi 20 minutos, Dutilleux nos saca de la implacable marcha del progreso, adentrándonos en una einsteniana relatividad espaciotemporal. Funciona mejor que la meditación, y mucho mejor que la mayoría de las formas de automedicación.
El holandés Ruysdael Quartet ofrece una apasionante lectura de ainsi la nuit, ubicado entre el Cuarteto en Fa mayor de Ravel y un arreglo del Clair de lune de Debussy. Se trata de un gran disco que me deja con ganas de más, sobre todo de más Dutilleux.