GRANADA / Elocuente música descriptiva, por José Antonio Cantón

GRANADA. Auditorio Manuel de Falla. 22-II-2019. Orquesta Ciudad de Granada (OCG). Leticia Moreno, dirección y solista. Obras de Astor Piazzolla y Antonio Vivaldi.
José Antonio Cantón
Uno de los programas más atractivos para el gran público de la presente temporada de la OCG ha sido el que ha protagonizado la violinista madrileña Leticia Moreno, situada entre nuestros principales valores de la interpretación musical en el panorama internacional. La popularidad de las obras elegidas representaba un acicate para esta solista dadas la belleza y la dificultad técnica de su contenido, presentes constantemente en cada uno de los episodios de la obra vivaldiana así como en los cuatro movimientos de la suite que, sobre obras inicialmente inconexas en el tiempo aunque con el denominador común de sones porteños, el compositor ucranio Leonid Desyatnikov versionó en 1996 con el título de Las cuatro estaciones porteñas de Astor Piazzolla, en las que se echa en falta la presencia del bandoneón, sustancial instrumento de la música argentina, y la del piano, en esa su particular función polifónica que en esta versión está suplida por la cuerda de una orquesta de cámara.
Leticia Moreno afrontaba la interpretación de Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi acompañada por una selección de instrumentistas de cuerda de la OCG comandados por el concertino Marc Paquin, que logró un interesante entendimiento dialogante con la solista. Así se pudieron admirar los acelerados y frenéticos ataques queriendo evocar el viento primaveral, seguido por el contraste que significa el suave Largo del concierto La Primavera en el que destacó esa repetida sonoridad de la viola que el compositor asocia a lo que llamó Il cane che grida. La violinista se adentró en El Verano aproximándose a los sones ornitológicos que contiene, destacando en su imitación de la tórtola y, posteriormente, en la diversa expresividad que requiere la reproducción musical de la fuerza del aire estival, especialmente agitada en el episodio de la tormenta. Cargó de dramatismo el otoño a través de los efectos bien conseguidos del sonido de doble cuerda en el aire de danza de su Allegro inicial, para contrastar con ese sentido melancólico con el que tocó el somnoliento Adagio tras el turbulento bullicio que imprimió a la fiesta del pasaje anterior. La violinista volvió a destacar en su capacidad descriptiva en el episodio cinegético, La caccia, precioso e imaginativo allegro vivaldiano. Finalmente fluyó con musicalidad entre los staccatti orquestales del allegro que abre El Invierno, llevando al límite de virtuosismo sus rápidas secuencias antes de la última aparición del tema principal a modo de coda. En el breve Largo, orquesta y solista, con una gran actuación de Darío Moreno al clave, brillaron por su conjunción rítmica en reproducir la caída de la lluvia. Cierto sentido elegíaco dado al segundo tema del allegro final destacó en la interpretación de esta violinista que todavía puede y debe agrandar más su respuesta estética en esta singular obra, particularmente si está y se siente acompañada por una formación más especializada en este repertorio en sonido y articulación.
En tal aspecto se puede decir que un plus de calidad se percibió en la obra de Astor Piazzolla, dada una tímbrica y temperamento más adecuados. Se notaba el arduo trabajo que Leticia Moreno ha realizado de esta composición para su excelente grabación en el prestigioso sello Deutsche Grammophon dedicada al músico platense acompañada por el director colombiano Andrés Orozco-Estrada al frente de la London Philharmonic Orchestra.
Llenó de impulsos rítmicos la pasión que invade el ambiente del Veranobonaerense, destacando las rasgadas disonancias de su violín (construido por Nicolò Gagliano en 1762). Con gran ritmo, la orquesta imitó la función del bandoneón ausente manifestándose en todo momento con un alto sentido contrapuntístico. En el Otoño destacaron la cadencia final de la violinista y la buena dicción de Arnaud Dupont en el solo del violonchelo, que recordaba también al mencionado instrumento de viento a fuelle entronizado como propio en Argentina pese a su origen alemán. En la Primavera, ofrecieron con esclarecida exposición el equilibrio formal que presenta esta página, posiblemente la mejor estructurada del conjunto, desde su inspiración fugada convertida en seducción amorosa, destacando en su episodio solístico central, donde Leticia Moreno expresó mejor que en ningún otro momento de su actuación su apasionada y a la vez expresiva musicalidad. Esta cualidad quedó patente y hasta diría que incrementada en el Invierno, protagonizando un acertado estilo concertato. Su imitación del sonido de la viola, fricando con belleza los registros graves de su violín fueron claras muestras de la diversificada técnica de esta violinista que ha complacido con creces las expectativas de un público que podía comprender cómo los dos compositores han quedado hermanados para el futuro desde que el gran violinista letón Gidon Kremer, posiblemente el referente interpretativo de estas obras junto con su famosa y espectacular Kremerata Báltica, tuvo la idea de proponer a distintos compositores, citando a Vivaldi, la integración de estas preciosas creaciones porteñas en una suite para orquesta de cuerda, llevando a una nueva y excitante dimensión expresiva estos ejemplos del más auténtico pensamiento musical del admirado Astor Piazzolla.