SEVILLA / Encuentros Sonoros, un oasis de resistencia en Sevilla
Sevilla. Espacio Turina. Del 28-X-18 al 11-II-19. Duro Vino. Espai Sonor. Taller Sonoro. UMS’s JIP. Rioja Filarmonía.
Organizado por el grupo sevillano Taller Sonoro, este festival constituye un oasis de resistencia en una ciudad cuyas instituciones musicales principales están gestionadas de forma refractaria a la contemporaneidad. Así las cosas, el ciclo, mantenido durante distintos meses con un total de nueve conciertos (de cinco de los cuales damos cuenta aquí), se contempla como una iniciativa tan asentada ya como la respectiva serie de conciertos que, entre marzo y mayo, programa el Teatro Central de Sevilla.
Remontándonos al pasado año, el 9 de noviembre el dúo Duro Vino (Carmen Morales, piano y sintetizador, Miguel Retamero, videocreación en directo) ofreció un singular recital con dos partes muy contrastadas. En la primera se interpretó un ramillete de piezas para piano preparado en la que se comprobó la solvencia y adhesión a la causa con la que Morales afrontó un repertorio en continua efervescencia y agitación. Posteriormente excursionó al mundo del primer minimalismo de Steve Reich en unas interpretaciones que fueron, más bien, reinvenciones de aquellas partituras. Con una ambientación escénica un tanto naïf y con la solista sentada en el suelo frente al sintetizador, Morales llevó a Reich al terreno del ambient (el norteamericano ya es tan clásico que su obra permite múltiples aproximaciones) y se hizo acompañar por unas videocreaciones simpáticas, en ocasiones honestamente originales, y nunca invasivas con la música.
El conjunto mallorquín Espai Sonor llegó al Espacio Turina dos días después con un extenso programa que arrancó con una sorprendente y muy agresiva (por sus rotundos silencios y su agrio sonar) versión del clásico Pression de Helmut Lachenmann. Luego abordaron alguna que otra intrascendente página (Ko-Lho de Giacinto Scelsi), reivindicaron al enorme José Manuel López López, con su Atrium, y ofrecieron lo mejor en la muy teatral y muy deudora del universo kageliano, A common sense of self (2018) de Helga Arias. Finalizó el asunto con la mecanicista y musicalmente competente Half of a dog (2012) de Anton Svetlichny, conectando así el grupo con las gramáticas más impositivas hoy en los focos de la nueva música.
En pocos años Rioja Filarmonía se ha convertido en un conjunto absolutamente recomendable al pensar en la difusión de la música actual en España, toda vez que han confeccionado en el pasado hábiles y muy atentos programas con obras, por ejemplo, de Michael Pisaro, un creador fundamental estadounidense que la academia y las instituciones españolas probablemente ni conozcan. Pero esa es otra historia. En esta ocasión vinieron el 2 de diciembre reivindicando al Iannis Xenakis más ignoto, el de una página tan temprana como Six chansons, colección pianística de hechuras modales y hasta abiertamente melódicas que defendió Jorge Nicolás Manrique. Pero también Alba Reirís se las vio con Kottos, para violonchelo solo, saliendo contundentemente bien del trance de su ejecución. Rubén Orio destacó con T-Totumde Panayotis Kokoras, un muy ameno estudio centrado en las sonoridades del tambor. Las Cinq pièces del año 1994 de Georges Aperghis corroboraron que la sutileza y el refinamiento instrumental alcanzado años atrás por el compositor se han perdido por el camino en buena parte de su creación ulterior. Lo de Rioja Filarmonía fue una gozada.
Los anfitriones, Taller Sonoro, se reservaron la jornada del 19 de enero para presentarse acompañados por el dúo suizo UMS’s JIP (Javier Hagen, voz y Ulrike Mayer-Spohn, flautas de pico). Plantearon un programa lleno de interés y muy variado estilísticamente. Monólogo de cientos yo del joven compositor José Manuel Martínez, demostró que es eso, una pieza temprana, con indudables aciertos texturales pero también excesivas obviedades en su afán por generar un clima pesadillesco. Javier Hagen mostró en Flächen una disruptiva pero solvente página en la que incrustaciones electrónicas abiertamente rítmicas contrastaban con un entramado instrumental enrarecido. Mayer-Spohn presentó la obra más redonda del concierto, fTS 2017, sibilante y susurrante estudio meditativo que se benefició de la llamativa tímbrica de las flautas dulces encajadas en un contexto sonoro crepitante, como a punto de quebrarse. De la inherencia poética de Francisco Martín Quinterorompió el tono experimental con una partitura dilatada y académica. El italiano Simone Conforti propuso en WeWillNeverBeGreatAgain una performance vocal con trasfondo social plenamente conectada con la poesía sonora y la text-sound composition que fue defendida con esmero por Javier Hagen. Y, finalmente, Denis Schuler quedó algo licuado tras tanta sobredosis de información en la corrección rítmica de Wide Invisible Sky.
Por el Festival Encuentros Sonoros también pasaron formaciones como PluralEnsemble, Proyecto Ocnos, la Asociación Musical Códice y el Ensemble de Música Contemporánea del Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla quienes, de forma lógica, concluyeron la cita poniendo la música de nuestro tiempo en manos de quienes, en nada, tendrán la obligación y el placer de defender a los creadores de aquí y ahora.
Ismael G. Cabral