Corona news 5: ¿vuelta o revuelta?
Ya estamos en la fase 2, algunos en la 3 y otros a punto de declarar finiquitada la alarma. Y como hay tantas ganas de volver a la normalidad, por mucho que durante bastante tiempo la normalidad vaya a ser bastante anormal, pues se encuentra uno de todo. Repasemos.
Por ahí fuera, encontramos una Filarmónica de Nueva York que ha dicho que hasta 2021, nada de nada. Un Metropolitan que ha dicho que con lo de la distancia los números no salen y que, en esas condiciones va a abrir la puerta la famosa y nunca bien ponderada Rita, la cantaora. Los británicos, por su parte, parecen afrontar un sombrío panorama sin demasiada claridad en cuanto a qué hacer sobre el asunto. Ahí están dos “Sirs”, a saber, Sir Simon Rattle y Sir Mark Elder, según nos cuenta el bueno de Norman Lebrecht. Los dos Sirs han dirigido una carta a The Guardian alertando sobre la necesidad de encontrar una solución para la alarmante situación de las orquestas británicas (https://slippedisc.com/2020/06/simon-rattle-writes-subdued-letter-on-the-post-covid-landascpe/), tras un artículo previo en ese periódico en el que se hacían las peores predicciones para las orquestas de las islas (https://www.theguardian.com/music/2020/jun/09/we-could-go-to-the-wall-in-12-weeks-why-isnt-classical-music-putting-up-a-fight-coronavirus), hablando incluso de que algunas podrían desaparecer en apenas 3 meses.
Tampoco ayuda a las orquestas británicas, muy proclives a las giras, el parón completo de estas, e incluso los ataques a las mismas, como el que lanzó el propio Lebrecht hace meses en cuanto a detener los viajes de las orquestas en avión.
Pero la lectura de la carta de Rattle y Elder deja un extraño sabor de boca, porque parece más una desesperada llamada de socorro, una especie de “tenemos que volver… pero no sabemos cómo”. Recuerdo un locutor que retransmitía antaño partidos de rugby. Un día, un jugador llamado Johnson no sabía muy bien a quién pasarle el balón, y el locutor exclamó, sorprendido, el momento: “¡dudas tremendas de Johnson!”. Pues eso, dudas tremendas de Rattle, de Elder y de mucha más gente.
Si vamos a la Europa continental, tenemos toda una panoplia de actitudes diferentes para elegir. Ahí van algunos ejemplos que ilustran lo variado de las decisiones. El Concertgebouw ha iniciado una marcha que parece cautelosa, y que narraba Pablo L. Rodríguez desde estas páginas el otro día. La Filarmónica de Viena, tan contenta ella con ese test antes del primer ensayo tras el que no sabemos si existió concentración orquestal tipo futbolístico, con aislamiento en un hotel hasta el concierto (porque, salvo en ese caso, el susodicho test no sirve para nada), sigue en su empeño de tocar como si aquí no pasara nada, aunque los apenas 100 asistentes del público sí parecen evidenciar que… en realidad, sí pasa. Aunque a uno le siga sorprendiendo en algunos casos la desproporción entre las medidas de seguridad para el público y las medidas para los músicos. Salzburgo, por su parte, ha decidido, en línea con los vieneses, echarle un par y poner en escena incluso dos óperas, Elektra y Così fan tutte.
Luego están los ocurrentes, como Vaclav Luks, que según nos contaba Eduardo Torrico, les planta a los flautistas unas mascarillas… con apertura bucal para que ejecuten el Cuarto concierto de Brandenburgo. Supongo que lo hace para guardar la uniformidad, porque obviamente en cuanto a protección, la solución (?) es perfectamente inútil. Yo me cuidaría bastante de estar cerca de los susodichos flautistas, cuyos instrumentos presumiblemente pueden esparcir aerosoles a porrillo. El virus debe estar partiéndose de la risa con la salida del estupendo músico checo.
En nuestro país, por poner solo algunos ejemplos, Granada se pone en marcha con una programación de extraordinario interés y atrevida dimensión, y, según parece, con asombrosa respuesta de público, al menos para el concierto inaugural. El INAEM, en cambio, retoma la actividad, de momento sin público (aunque formaciones de ese mismo INAEM, como la OCNE, acudirán a Granada a actuar… con público). Y el Real anuncia una Traviata para Julio… cuyo protocolo de seguridad aún no se conoce bien.
Pero si nos vamos a otro lado del mundo, encontramos que la anunciada gira coreana de Seong-Jin Cho, en la que se habían agotado las entradas para todos los conciertos que habían salido a la venta, ha sido cancelada ante el rebrote del SARS-Cov-2 en ese país asiático (https://koreajoongangdaily.joins.com/2020/06/10/entertainment/musicPerformance/pianist-cho-seongjin-coronavirus/20200610155200280.html).
Y mientras tanto, los Johnson que conformamos el público de este mundo, seguimos con dudas tremendas, porque el desconcierto de ver que hay quien actúa como si no pasara nada, y que hay quien actúa como si pasara mucho, con algunas opciones mediopensionistas, es verdaderamente importante. Y la realidad es que por mucho que algunos se empeñen, e incluso por mucho que algún cantante de moda salga diciendo bobadas, la pandemia no se ha marchado, ni mucho menos. Las ganas de la vuelta están ahí, qué duda cabe, pero igual el riesgo de la revuelta, también. Que la providencia reparta suerte. Para repartir confusión, ya se bastan otros, según parece.
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