CÓRDOBA / Trascendente dramatismo lírico
CÓRDOBA.- 11-IV-2019. Gran Teatro de Córdoba. Orquesta de Córdoba. Coro de Ópera de Córdoba, Coro Ziryab, Escolanía Cajasur y Escolanía Conservatorio Profesional ‘Músico Ziryab’. Solistas: Juan Sancho, Uwe Schenker-Primus, Cristina Bayón, Marifé Nogales y Javier Povedano. Director: Carlos Domínguez-Nieto. Obra: Pasión según San Mateo, BWV 244 de Juan Sebastián Bach.
José Antonio Cantón
La lectura y consecuente interpretación de la Pasión según San Mateo, BWV 244 de Juan Sebastián Bach realizadas por Carlos Domínguez-Nieto, director titular y artístico de la Orquesta de Córdoba (OC), ha significado todo un análisis de esta obra summa del barroco musical en el sentido pleno de la palabra. Su experiencia como Director de la Ópera de Cámara de Múnich así como la adquirida también durante siete años como Director del Teatro de Ópera de Eisenach, ciudad renana donde nació el gran compositor alemán, ha calado profundamente en su ser artístico, como ha quedado reflejada en su actitud ante el pensamiento místico-musical que encierra esta inigualable creación del más importante Thomaskantor de la ciudad de Leipzig, cargo que detentó Bach durante los últimos veintisiete años de su vida en la iglesia que lleva la advocación del apóstol de la India.
Carlos Domínguez-Nieto cargó de una densidad emotiva su interpretación reviviendo el mundo del compositor de tal modo que hizo que el espectador olvidara el presente, llegando a convertir el recinto del Gran Teatro en imaginario templo en el que el oyente pudiera aproximarse al pathos del relato evangélico haciendo que con-sintiera junto a los intérpretes los misterios dolorosos descritos en él desde ese inigualable vehículo en espíritu y en sensaciones que tiene la música religiosa de Bach. Es así como se pudo percibir desde el doble coro que sirve para presentar este oratorio en el que se muestra a un Iesus patibilis como protagonista inocente llevado al sacrificio ante los ojos atónitos de los testigos de su pasión dentro y fuera de la obra, o sea, tanto entre los coralistas e instrumentistas entendidos como elementos de expresión, como entre el público asistente a su representación, realmente silencioso y atento siguiendo los textos que, traducidos en su integridad, se proyectaban para explicar en detalle la carga emocional de cada pasaje, lo que facilitaba la comprensión del tratamiento musical que Bach da a cada momento del dramático relato de Mateo.
El planteamiento interpretativo de Carlos Domínguez-Nieto se convertía así en un discurso operístico que necesitaba de la imaginación del público para comprender la acción derivada del texto y la fuerza representativa que a ella imprimían el canto y la orquesta. La consecución de esta intención favoreció desde el primer momento que el público se sintiera inmerso en la historia, no tanto por conocida como por su apasionante tratamiento músico-textual. Para ello contó con un tenor de voz afilada en su función de evangelista-relator como fue Juan Sancho, siempre determinante en su incisivo canto, cargando de dramatismo los momentos claves de descripción, aquellos otros de meditación y sirviendo de contraste como una especie de moderador de diálogos, justificando el carácter esencial de cada una de sus variadas intervenciones.
La interpretación de Jesús por el barítono Uwe Schenker-Primus fue determinante para dar el énfasis expresivo necesario a este importante papel, que se enriquecía con la fácil espontaneidad con que abordaba cada pasaje, de manera especial en los momentos de angustia en el Huerto de Getsemaní previos al Prendimiento, en los que este cantante llegó a ese grado de tensión en los que se pudo apreciar el nivel artístico de una voz muy adecuada para tan trascendente protagonista. Tanto la soprano Cristina Bayón como la contralto Marifé Nogales se manifestaron con estimable sentido en sus arias correspondientes denotando cierta distancia de la estilística sobriedad barroca que requieren sus intervenciones, siempre difíciles de realizar en su misión de estimular la capacidad meditativa del oyente. Por su parte el barítono cordobés Javier Povedano se defendió mejor en vocalización que en tensión emocional en los números anteriores a la llegada al Gólgota, donde se prepara la llegada del pasaje resolutivo de la obra con la crucifixión y consecuente muerte y entierro de Jesús.
La labor de Carlos Domínguez-Nieto en la orientación expresiva de los solistas ha sido fundamental para llegar al destacado nivel dramático alcanzado, dando la sensación de que suplía y reforzaba la propia experiencia personal de cada uno de ellos, que supieron aceptar ese aspecto de una acertada dirección, que debe estar llamada siempre a descubrir hasta que punto llegan las posibilidades emocionales y técnicas de cada intérprete buscando su mejor adecuación y función dentro de la obra. En este sentido el maestro supo calibrar sus disponibilidades con acierto y determinación, buscando siempre la más segura respuesta.
Este planteamiento lo ejerció con la orquesta y los coros en todo momento, aproximando su sonido a la expresividad barroca, hecho que significó todo un implemento positivo para el resultado final de la interpretación de esta obra maestra y a la vez paradigmática de la historia de la música, que se programaba por vez primera en Córdoba con una fidelidad al lenguaje musical de Bach realmente digna de consideración. El público rompió su silencio con una ovación de las que quedan en la historia del Gran Teatro, prolongando su aplauso durante largo tiempo conmovido por una interpretación lúcida en dirección y trascendente en dramatismo lírico.