CORDOBA / Retomando el contacto con el público

Córdoba. Jardín Botánico. 2-VII-2020. Orquesta de Córdoba. Obras de Rossini, Poulenc, Portuondo, Martínez Guillén y Revueltas.
Después de un muy interesante trabajo del director titular de la Orquesta de Córdoba, Carlos Domínguez-Nieto, transcribiendo para distintos instrumentos los Cuarenta y cuatro dúos para violín BB 104 de Béla Bartók, como primera actividad pensada para superar el confinamiento provocado por la pandemia de Covid-19, resultado que se puede disfrutar en el canal YouTube, la OC ha retomado el contacto con el público organizando una serie de conciertos de música de cámara que ha querido llevar a escenarios del patrimonio monumental de la ciudad califal. Es el caso del celebrado en su Jardín Botánico en el que se han ofrecido siete obras de distinto formato, que han servido para poder disfrutar de las particularidades de los solistas de cada una de las secciones instrumentales de la OC a través de pequeñas piezas de interesante intención y originalidad creativa pareja a un pretendido grado de dificultad técnica.
En este sentido, el programa empezó con el Dueto para violonchelo y contrabajo, firmado por Gioacchino Rossini en 1824, que ha quedado como una referencia, según el legendario Ludwig Streicher, entre las pocas obras escritas para tal combinación de cuerda. La violonchelista Deborah J. Yamak y el contrabajista Nazaret Kiourtchian transmitieron el desenfadado aire postclásico de esta obra sustentada en la espontánea perfección compositiva del autor. De mayor complicación formal hay que entender la Sonata para clarinete y fagot que compusiera Francis Poulenc en 1922. Joaquín Haro, con el primer instrumento, secundado por José Giner, se compenetraron en los staccati del movimiento inicial, para cantar la romanza central con gran gusto musical. Desarrollaron el escalado discurso del tiempo final en conjuntada sobriedad antes de la última dulce intervención del clarinete.
El apartado dedicado al cuarteto, se inició con el titulado Ommagio compuesto para cuerda del compositor cubano Yamir Portuondo. En sus tres movimientos, dedicados respectivamente a John y Paul, destacados líderes de la banda The Beatles, al popular cantante cubano Benny Moré de mediados del siglo XX y a Igor Stravinsky, llamó la atención la intervención de la concertino de la orquesta, Isel Rodríguez, percutiendo con sutileza un temple block que agraciaba la rítmica de sus secuencias caribeñas. Siguieron dos lucidas intervenciones de un escogido trío de metales más la percusionista Cristina Llorens, liderados de alguna manera por el trombonista Rafael Martínez Guillén, por haber realizado éste la adaptación de tres canciones de George Gershwin, entre las que destacó la conocida Summertime, y dos obras propias, el bolero Primeros pasos y el danzón Leo dedicado al maestro Brouwer, director emérito de la OC. La actuación terminó con el desenfadado octeto Ocho por Radio del mexicano Silvestre Revueltas que, con sus aires charros enmascarados de politonalidad y subyugante ritmo, puso de manifiesto la natural conjunción de los integrantes del grupo lo que provocó los aplausos más intensos y largos de la velada.
(Foto: Paco Casado)