Conservatorios en llamas (II)
Se ha vuelto a liar parda. Un disparatado artículo en un conocido periódico de información general ha abierto la caja de Pandora con motivo de las oposiciones que están teniendo lugar en diversos conservatorios españoles en estos últimos días. Los truenos iban dirigidos esta vez contra la Escuela Superior de Canto. O, más concretamente, contra los cinco miembros del tribunal de la oposición para las especialidades de Canto, Repertorio con Piano para Voz y Escena Lírica.
Una opositora a Repertorio con Piano para Voz denuncia ser objeto de persecución por parte del tribunal, al tiempo que reclama una puntuación mayor de la concedida. Se basa para ello en las opiniones de los dos cantantes que la acompañaban en los exámenes y en la de un director ruso de casting de un teatro de ópera alemán que “circunstancialmente” se hallaba presenciando la prueba de la opositora. Por supuesto, la información del periódico evita decir que ese director ruso de casting se hallaba en la Escuela Superior de Canto porque estaba dando un curso en ella y que, según fuentes de la propia Escuela, durante los días que ha durado el curso ha estado alojado en el domicilio de la opositora que denuncia ser perseguida por el tribunal.
Todo son inexactitudes interesadas, empezando por la supuesta nota recibida en el ejercicio práctico (un 1,6 sobre 10). Si es cierta la nota global (2,74) obtenida tras sumarse las tres pruebas que tiene que pasar cada opositor: recital, clase de programa y análisis por escrito. Y es verdad también que su nota fue la más baja de los diecisiete opositores, trece de los cuales (entre ellos, la opositora denunciante) son actualmente profesores interinos en la Escuela Superior de Canto. Y lo van a seguir siendo, porque está oposición otorga tres plazas fijas de catedrático (como en tantos otros conservatorios españoles, no se convocaban oposiciones desde hacía casi treinta años), pero eso no significan que los profesores interinos vayan a perder su plaza, porque la demanda de pianistas repertoristas en esta institución es muy alta.
Los miembros del tribunal rechazan que haya habido animadversión contra la opositora denunciante, al tiempo que recuerdan que las pruebas por escrito son corregidas a ciegas: los exámenes se introducen en un sobre lacrado y van identificados con un código secreto. El tribunal desconoce, por tanto, a quien corresponde cada uno de ellos en el momento en que se dispone a corregirlo. Tras la denuncia aparecida en el periódico, el examen escrito de la opositora denunciante ha sido revisado minuciosamente por los cinco miembros del tribunal en dos ocasiones.
Una fuente próxima al tribunal califica de “sarta de sandeces” las denuncias de la opositora, al tiempo que lamenta que la autora de la noticia no se haya puesto en ningún momento en contacto con el tribunal para contrastar las denuncias de la indignada opositora. El malestar de los miembros del tribunal les ha llevado a escribir una carta a la directora del periódico para su publicación, al objeto de que los lectores conozcan la versión de la parte que no ha sido consultada. “La noticia hace daño a la música, a las oposiciones de conservatorios y a la Escuela Superior de Canto, pero sobre todo al que más daño hace es al periodismo”, sentencia la fuente próxima al tribunal.
Eduardo Torrico