Conchi Moyano (directora del Festival Little Ópera Zamora): “El dinero que ya estaba destinado a cultura debe llegar a los trabajadores del sector”
Si bien tras la crisis sanitaria los grandes festivales han hecho un esfuerzo readaptándose a las circunstancias para sacar adelante sus ediciones veraniegas, no debemos olvidarnos de todos aquellos festivales de pequeño formato que, año tras año, hacen un esfuerzo doble para acercar la música a todos los rincones de la península. Hoy conversamos con la soprano y gestora Conchi Moyano, directora del Festival Little Ópera de Zamora, que, tras cinco ediciones, se consolida como una de las citas ineludibles del verano para los amantes del género lírico. Del 22 al 26 de julio, Zamora se convertirá de nuevo en tierra de cantantes, con una edición marcada, eso sí, por las limitaciones técnicas debido a la crisis sanitaria. Pero la pasión y las ganas de hacer música de su directora y de todo el equipo que la rodea han logrado que Little Ópera de Zamora haya podido seguir adelante.
Nos encontramos en tiempos convulsos, en los que algo tan común y sencillo como ir al teatro o disfrutar de un concierto supone para muchos una aventura debido a los riesgos de contagio. ¿Qué cree que puede aportarle al público esta edición del Little Ópera?
Desde que realizamos la primera edición del Little Ópera, el festival ha supuesto para muchos un descubrimiento de la ópera de cámara como género. Esto ha permitido no solo que mucho público de la música clásica se interese por el género, sino que además se creen públicos nuevos, a veces ajenos a este ámbito. Este año no podemos negar que todo es mucho más complicado. Podemos seguir ofreciendo al público lírica en directo, algo que, meses atrás, era algo muy común y que ahora, debido a las circunstancias, supone casi una excepción. Pero el público quiere cultura. Y la sociedad, precisa de cultura que consumir. Es algo por lo que, como artistas y creadores que somos, tenemos que luchar.
Además de su carrera como artista, es gestora, programadora y se desvive por la actividad musical en Zamora. ¿De dónde saca fuerzas?
Supongo que soy una apasionada de las cosas que hago. Cada vez que empiezo un proyecto, me desvivo por él. Y aunque este año las cosas parezcan oscuras y sombrías, solo pensar que el teatro de Zamora va a volver a llenarse de músicos y cantantes haciendo lo que más les gusta me genera una ilusión que borra cualquier tipo de problema. Me encanta trabajar en producciones que después puedo disfrutar como público. Incluso cuando hay problemas de logística, la satisfacción que produce solucionarlos es mayor que cualquier disgusto que puedan provocar. Me gusta pensar que este año puedo dar trabajo a mis compañeros de profesión, además de hacer que la ópera vuelva a la vida tras estos meses de silencio. Son tantas satisfacciones juntas que las ganas que tengo de luchar por la música me aportan la fuerza suficiente para sacar todos estos proyectos a la luz. La música se lo merece, y el público también.
Una de las señas de identidad del festival ha sido siempre el respeto a la orquestación original de la ópera de cámara. Este año tienen que recurrir a reducciones a piano para conseguir cumplir todas las medidas de seguridad…
Ha sido una decisión realmente dura, pues siempre hemos sido fieles a la orquestación original. La ópera de cámara ha sido un género maltratado históricamente, porque, de alguna forma, se presta a ello. Al necesitar de pocos elementos, hay una tendencia a seguir recortando dentro de las posibilidades que ofrece, haciendo que al final la calidad y el espectáculo como tal, se resientan. Siempre hemos intentado desde el festival recuperar esa dignidad que el compositor le dio a la obra desde el momento de su creación, respetando todos los parámetros musicales que se encuentran en la partitura. Aun así, esto nos ha permitido poder realizar este año una ópera como Il segreto di Susana de Wolf-Ferrari, cuya orquestación en condiciones normales es tan grande que no podríamos haber realizado la producción. Los espacios con los que nosotros contamos no nos permiten tampoco invitar a grandes orquestas.
La crisis sanitaria ha producido muchas cancelaciones de festivales este año, y otros muchos han tenido que readaptar su programación. Dentro de este clima de incertidumbre, ¿en qué momento se entera de que finalmente el Little Ópera se puede celebrar?
Fue algo progresivo, tras muchas conversaciones con todos los implicados, y una conocida la información sobre las medidas de seguridad que debíamos aplicar, que, por cierto, iban cambiando cada semana. Tras presentar un plan con todas las medidas de seguridad pertinentes, confiaron en nosotros y le dieron el visto bueno a esta edición del Little Ópera. Ninguna de las instituciones que apoyan el festival se han echado para atrás, todas han apostado una vez más por nosotros. Para mí supone una gran responsabilidad distribuir el dinero de las subvenciones públicas que recibe este festival. Es increíble que se estén cancelando actos culturales sin contemplar la posibilidad de reprogramarlos o de buscar otras soluciones para que esos eventos se puedan realizar. Si no puedes meter público en un concierto, retransmítelo en streaming. Si no puedes cobrar entrada, hazlo gratuito. El dinero que ya estaba destinado a la cultura debe llegar a los trabajadores del sector, y eso es algo que no está ocurriendo. Si te conceden una subvención pública para realizar un festival, es un acto de responsabilidad no dejar que ese dinero se pierda. Como directora de un festival, tengo que asegurarme de que llegue ese dinero a los músicos e intérpretes, además de ofrecer cultura a una sociedad que tras cuatro meses de confinamiento necesita de esta.
Teniendo un aforo bastante limitado y siendo un festival cuyos ingresos principales se realizan mediante la taquilla, ¿cómo gestionarán este año el precio de la entrada?
Este año, por raro que parezca, los precios van a ser más baratos que el año pasado. Y eso, contando que solo podremos tener entre un 30 y un 35 por ciento de aforo debido a las características del teatro. Aun así, es verdad que hemos ahorrado en gastos, ya que no habrá orquestas. Damos por hecho que los ingresos no van a ser abundantes, entre otras cosas porque nadie puede predecir cómo va a responder en una situación como esta el público. Por esa razón, hemos planteado una edición en la que los ingresos por venta de localidades no son fundamentales.
Para esta edición han escogido dos títulos bastante peculiares: Il segreto de Susana, de Wolf-Ferrari, y Le Violoneux, de Offenbach. ¿Qué les hizo decidirse por ambos títulos?
Elegimos dos comedias porque, con la que está cayendo, a nadie le apetece meterse en un teatro para llorar. Ya que vamos al teatro, disfrutemos, pasémoslo bien… Sí que es verdad que hemos seleccionado óperas con pocos personajes para poder asegurar la distancia de seguridad entre ellos dentro de la producción. Esto está pensado para que, en caso de que por algún casual retrocediéramos en alguna de las fases, el festival pueda seguir adelante. Sobre el escenario nunca habrá más de cuatro personas al mismo tiempo. También hemos traído este año el EPOS Lab 2018, un espectáculo que realizaremos al aire libre en el castillo de Zamora y que trata sobre esa estrecha relación entre la palabra y la música. La ópera siempre ha sido un reflejo de la sociedad, tanto de la pasada como de la actual. Está viva. Incluso un título como La traviata, con esa Violeta muriendo de tisis en una cama, nos traslada inmediatamente a la sociedad actual, una sociedad que se aferra a la vida. La ópera es algo vivo, y ahora más que nunca debemos abrazarla en todo su esplendor.
Este año los festivales se han volcado en apoyar al artista nacional, algo que el Little Ópera lleva haciendo desde su fundación, hace cinco años. ¿Fue apoyar al intérprete nacional una premisa ineludible en el origen de Little Opera?
Sí, desde el principio buscábamos crear un espacio de trabajo para los cantantes de aquí. La gran mayoría de los intérpretes que han venido al festival han sido nacionales, y este año lo son al ciento por ciento. Yo soy cantante, y por eso conozco las necesidades de los cantantes. Además, en estos tiempos que corren no hay mayor satisfacción que la de poder ofrecer trabajo a tus compañeros de profesión.
Además de los cantantes e intérpretes, da la sensación de que siempre nos olvidamos de los compositores nacionales. La ópera de cámara, al ser un género reducido, facilita la creación de obras contemporáneas. ¿Tiene pensado, para próximas ediciones, contar con la presencia de algún compositor residente?
Es algo que nunca nos hemos planteado. Cuando hemos programado ópera contemporánea, nos hemos ido a obras ya realizadas de compositores nacionales, pero nunca encargadas por el propio festival. De momento, no barajamos la posibilidad de tener artistas o compositores residentes, porque nos gusta que haya variedad durante todo el festival.
¿Qué podemos esperar en el futuro del Little Ópera?
Planes sobre la mesa hay muchos. Proyectos maravillosos, otros tantos. Pero la incertidumbre ahora mismo no nos permite saber qué pasará. Veamos cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos meses. Confiamos en que la Junta de Castilla y León se implique más en futuras ediciones, y en que se pueda realizar una posible colaboración con el INAEM, ya que hasta ahora no hemos recibido ningún tipo de subvención de este organismo.