Chandos graba por primera vez ‘The Prison’, de la compositora Ethel Smyth
Las vicisitudes biográficas y el olvido póstumo sufrido por Ethel Smyth ilustran muy bien la difícil condición de las mujeres compositoras. Nacida en Londres en 1858, Smyth perfeccionó sus estudios musicales en el Conservatorio de Leipzig, donde se trasladó con diecinueve años en contra de la voluntad de su padre, un mayor del ejército británico, quien no veía con buenos ojos que su hija se dedicase a la composición. En la ciudad alemana, Smyth quedó pronto decepcionada con la enseñanza académica (estudió en la clase de Carl Reinecke) pero encontró una guía más acorde con sus necesidades en la persona de Heinrich von Herzogenberg, gracias al cual pudo estrechar amistad con Brahms y Clara Schumann. En Leipzig, también conoció a Chaikovski, Dvorák y Grieg. Fue la primera compositora cuya ópera subió al escenario del Metropolitan de Nueva York: ocurrió en 1903 con Der Wald, y hubo que esperar más de un siglo antes de asistir en el coliseo neoyorquino a la representación de otro título escrito por una mujer: L’amour de loin de Kaija Saariaho, en 2016 (dos años más tarde, el Met encargaría por primera vez en su historia sendas óperas a dos mujeres compositoras, Missy Mazzoli y Jeanine Tesori).
El catálogo de Smyth incluye obras corales, sinfonías, conciertos, música para piano y de cámara así como canciones. Compuso cuatro óperas, destacando en este apartado The Wreckers, cuyo estreno tuvo lugar en 1909 bajo la batuta de Thomas Beecham. Smyth se convirtió asimismo en cabeza visible del movimiento sufragista en Inglaterra, para el que compuso la “Marcha de las Mujeres”. Sus luchas de género y su orientación sexual fueron causa de ataques por parte de los críticos e incluso llegó a pasar dos meses en la cárcel por estar involucrada en el lanzamiento de piedras contra la ventana de un diputado anti-sufragista. También publicó diez libros, muchos de los cuales autobiográficos. En 1922, fue condecorada con la Gran Cruz de Dama de la Orden del Imperio Británico, siendo la primera mujer compositora en lograr este reconocimiento. En los últimos años de su vida (falleció en 1944) tuvo que abandonar la composición debido al agravarse de su sordera.
No es muy amplia la discografía de Smyth. Hace unos años, el sello Troubadisc publicó tres discos consagrados a su música de cámara y vocal. La discográfica CPO dedicó sendos monográficos a su obra para piano y a su cuarteto y quinteto de cuerda, mientras que en Chandos salieron su Concierto para violín, trompa y orquesta y Serenade. Ahora, el sello británico ofrece la primera grabación absoluta de su sinfonía The Prison. Estrenada en 1931, The Prison es una de las obras más ambiciosas de la compositora: una partitura de más de una hora de duración escrita para soprano, bajo-barítono, coro y orquesta. El texto está tomado de una obra filosófica de Henry Bennet Brewster y representa el monólogo de un prisionero, sus reflexiones sobre la vida y sus preparativos para la muerte. En este registro de Chandos, los intérpretes son el bajo-barítono Dashon Burton (el prisionero), la soprano Sarah Brailey (su alma), la Experiential Orchestra and Chorus bajo la batuta de James Blachly.