BURGOS / OSCyL: buen gusto al ralentí

Burgos. Fórum Evolución. 7-I-2022. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Pablo Urbina. Obras de Tiomkin, Chadwick, Rimski-Korsakov, Antonio José y Chaikovski.
La Fundación VIII Centenario de la Catedral de Burgos trajo a la OSCyL para el concierto de Reyes de la ciudad, con el navarro Pablo Urbina como invitado al podio y ofreció un concierto ‘amable’, como corresponde al desenfado de la ocasión. Habría que felicitar a la gerencia por el programa presentado, que, como suelen decir los críticos provincianos, que nunca faltan, “hizo las delicias del público”. El ‘público deleitado’, que aplaude hasta en los calderones y al que en seguida se le adivina que no es asiduo a otros conciertos de temporada ni de la OSCyL ni de la Sinfónica de Burgos, tuvo la oportunidad de disfrutar de unas obras que tuvieron el denominador común del colorido orquestal brillante y efectista. La selección de fragmentos de la película ¡Qué bello es vivir!, una preciosa yuxtaposición de temas de ambientación navideña fue interpretada sin mayor intención artística que la de la narración cinematográfica, de lo que resultó una ligereza verdaderamente adecuada. Tiomkin fue un orquestador extraordinario y su música se sostiene tan solo con una lectura equilibrada si la dirección logra mantener el sentido narrativo. Mayor profundidad de estudio requiere la selección de Noche de Navidad de Rimski. Dio la sensación de que Pablo Urbina buscó el sonido preciso, el modelado exacto de la partitura, hasta tal punto que quizá se echó de menos un poco de chispa y fantasía. La OSCyL se sintió evidentemente cómoda con el director y viceversa, excepto en la polonesa, fragmento en que Urbina (y el resto del mundo) no dejaba de sorprenderse de que los trompetas se le fueran de tempo en cada una de sus intervenciones solistas.
Respecto al Preludio y Danza popular de la ópera El mozo de mulas de Antonio José ciertamente pasó sin pena ni gloria en el actual ‘templo antoniojoseísta’, el mismo escenario que vio el estreno de dicha ópera completa hace cuatro años. Sencillamente se evidenció que estaba sin apenas ensayar. Se agradece la buena voluntad de quien lo programó, pero va quedando claro que, con tan solo estos dos fragmentos, la exhibición de la partitura de Antonio José queda bastante pobre y no suele calar en el oyente. Una reflexión lógica lleva a pensar que la ópera El mozo de mulas está esperando a que alguien realice el arreglo de una suite más extensa extraída de la partitura, que posee fragmentos brillantísimos muy fáciles de adaptar a partitura orquestal sin apenas eliminar una nota del propio compositor. Todo se andará.
Con una breve selección de La bella durmiente de Chaikovski regresó la OSCyL ensayada, con su sonido característico, pleno, rotundo y aterciopelado que tan bien domina en este repertorio. De nuevo un cierto exceso de recato académico en detrimento de un poco más de vida, especialmente en el vals, un poco soso. Con todo, el deleitado público, que quizás no vuelva a otro concierto hasta los Reyes de 2023, fue premiado con dos propinas muy bien traídas por Pablo Urbina: la Danza de los acróbatas de La dama de las nieves de Chaikovski, pieza viva y espectacular que llevó a una segunda propina consistente en una preciosa orquestación de Adeste fideles. Habría bastado con el esbozo de una sola indicación del director al público para que este se uniera a la música con el canto, como en efecto hicieron algunos ‘deleitados no habituales’. No se hizo por recato y corrección, pero nos habría encantado cantar ⸺¿por qué no?⸺ un villancico con nuestra OSCyL.
Rafael Ortega Basagoiti