BUENOS AIRES / Clara Wieck versus Annie Dutoit Argerich
Buenos Aires. Teatro San Martín. 17-III-2022. ¿Quién es Clara Wieck? Espectáculo de teatro musical creado por Betty Gambartes y Diego Vila, con músicas de Brahms, Schumann y Clara Wieck. Annie Dutoit Argerich, actriz; Víctor Torres, barítono; Eduardo Delgado, piano.
Pianista, compositora, madre de familia supernumerosa, esposa y viuda de Robert Schumann, amiga íntima de Johannes Brahms… La figura poliédrica de Clara Wieck (1819-1896) despierta una mezcla de fascinación, misterio y quizá hasta reproche. En el aire, siempre, la eterna pregunta, sucia y morbosa, la obscena duda inquietante: “¿Engañó Clara Wieck a su marido Robert Schumann con su íntimo amigo Johannes Brahms”. Annie Dutoit Argerich (¿hace falta explicar quiénes son sus padres?), se ha metido en la piel de quien fue la pianista más grande de Alemania, bueno “de Europa, o sea, ¡del mundo!” precisa ella, Annie Wieck o Clara Dutoit Argerich, en el monólogo que acaba de estrenar en el céntrico teatro bonaerense San Martín, con el aforo de las próximas semanas totalmente agotado.
¿Quién es Clara Wieck? es un espectáculo que conmueve. Hondo y sin paños calientes. Duro y tierno a un tiempo. Una reflexión personal en la que Annie Dutoit Argerich, durante cien dramáticos minutos, se mete en la piel de Clara Wieck, que aparece como un personaje atormentado y extremo, soberbio y orgulloso, reivindicativo, víctima de un padre que deja en agua de borrajas a Leopold Mozart, del sufrimiento de un marido en permanente conflicto mental, de la amistad al borde de todo con Brahms, y de sus responsabilidades como madre, concertista, compositora y cabeza de familia. Feminista en un tiempo en el que también la mujer era la “costilla de Adán”.
Annie Dutoit Argerich podría haber hecho un pastiche fácil y sobado. Por fortuna, ha esquivado con tacto teatral y lucidez intelectual esos y otros tópicos para ahondar y enfatizar los aspectos más íntimos e hirientes del personaje. Más que una actriz de primera, la hija de Charles Dutoit y la diosa Martha Argerich es un ser sensible armado de talento, cultura, intuición teatral y convicción dramática, que se mete y fusiona en el personaje. También en sus vestidos, peinados y maneras. El guion, basado en cartas de la propia Clara cruzadas con Schumann y Brahms, también elude cualquier tentación lacrimógena. Sobran algunas morcillas demasiado fáciles, como lo de “hicimos un trío, bueno, compuse un trío, quise decir”, que sobra en un espectáculo de tan fino empaque, y contados deslices documentales, pero el espectáculo, en su conjunto, rezuma calidad y altura de miras. La reflexión íntima, en primerísima persona, subraya y enfatiza las aristas más agrias, sinceras y extremas del personaje, que aparece como un ser atormentado que nunca, salvo momentos puntuales, fue feliz.
Annie Dutoit Argerich emula a las grandes dramáticas. No es Sarah Bernhardt ni Margarita Xirgu, pero su interpretación es creíble y convincente hasta captar la implicación del espectador en la escena. Declama español con un hermoso deje porteño, que trufa, con eficaz efecto dramático, con citas y exclamaciones en alemán y, menos, en inglés. Exagera, sí, algunos rasgos y expresiones, pero esto es teatro, y el resultado final es sobresaliente. Teatro de cámara, en el que ella interroga e interactúa con un público que de inmediato queda atrapado por la credibilidad sin reservas que desprende cada poro de una interpretación en la que Clara Wieck respiraba, se cabreaba y conmovía con cada palabra y gesto de quien el jueves fu su alter ego en Buenos Aires. Clara Wieck versus Annie Dutoit Argerich
El espectáculo, escueto, cuidado y camerístico, casi de café-teatro, mantiene un perfecto ritmo dramático. Bastan algunos focos bien gobernados, unas pocas proyecciones, un piano y unos hules transparentes como fondo del diminuto escenario para generar un espacio que no precisa de más. Annie, que casi toca al público y personaliza miradas, llena la pequeña escena con su contagiosa credibilidad dramática. En la alta calidad global mucho tienen también que ver dos artistas de primera: un lujo contar con el barítono argentino Víctor Torres, estupendo en los lieder de Schumann, Brahms y Clara Wieck que cantó y escenificó caracterizado como Robert Schumann, y el veterano pianista argentino afincado en California Eduardo Delgado, quien desgranó con belleza efusión y pasión romántica páginas para teclado del trío. Es decir, Robert, Johannes y Ella. ¡Bravo bravísimo!
Justo Romero
(Foto: Carlos Furman)