BOGOTÁ / Una versión dinámica de la ‘Missa Solemnis’ de Beethoven
Bogotá. Auditorio León de Greiff. 15-IX-2024. Milena Arsovska, soprano; Andrea Niño, mezzosoprano; Andrés Agudelo, tenor; Günter Haumer, barítono. Leónidas Cáceres Carreño, violín. Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. Coro Nacional de Colombia. Director: José María Moreno. Beethoven: Missa Solemnis.
Desde los acordes iniciales de una obra sinfónica, coral o de una ópera, un aficionado a la música puede intuir cómo se va a desarrollar un concierto o una representación lírica. Desde el inicio de la partitura de la Missa Solemnis de Beethoven, el director José María Moreno dio a conocer al público una mirada nueva de esta partitura de inspiración religiosa. Si algunos esperaban una versión espiritual, elegiaca, profunda o devota, salieron bien decepcionados del Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia.
Sí, a varios aficionados la edición de la Missa Solemnis dirigida por el maestro Moreno les decepcionó. Varios amigos me comentaron la rapidez de la dirección a lo largo de la partitura, lo extrovertido en la manera de dirigir y los tempos tan abruptos, los cuales dejaban de lado la profundidad del mensaje de la obra de Beethoven. Realmente, lo deseado por una parte del público era una edición con profundas visiones románticas donde esta partitura debe ser dirigida de una manera lenta, pesada y con volumen.
Desde los primeros acordes se percibió una nueva mirada en la forma de desarrollar la partitura. El maestro Moreno tomó la idea más historicista de interpretar la obra sacra de Beethoven con un vigor en el desarrollo expositivo de cada una de las partes de la misa. Se nota el conocimiento del director español de las indicaciones metronómicas del compositor, como también del sonido de la orquesta, donde los violines tenían poco vibrato y, como es de suponer, poco rubato. Las trompetas, las trompas y los trombones nunca resonaron vibrantemente, sino que dieron color a la partitura. En cuanto a las maderas, lograron dar matices alegres en sus intervenciones. A veces la obra del compositor de Bonn parecía más de Haydn, Schubert o hasta del mismo Mozart.
Claro, esta visión tan propia del historicismo en la interpretación no gusta del todo, pues la tradición romántica busca profundidades éticas en todas las páginas de Beethoven. Como no estuvo densa la interpretación, la obra tuvo un carácter festivo y alegre. Por eso, a los más germanófilos les pareció una interpretación frívola. Es importante anotar que el sonido de la orquesta estuvo moderado, delicado y suave durante su intervención.
Esta es la parte positiva del concierto, la visión historicista en la interpretación de la Missa Solemnis, como también el sonido tan cristalino de la orquesta. Ahora vienen las noticias no tan afortunadas de la interpretación de esta obra. Es difícil de empezar, pero la visión rápida del director, tan ligada al metrónomo de Beethoven terminó siendo rígida, sobre todo porque los miembros del Coro Nacional Nacional de Colombia estaban distraídos y por esta razón, les costó captar el ritmo del director. En esta ocasión, las sopranos estuvieron muy desiguales, se identificaban varias voces de esta cuerda, no hubo homogeneidad. En cuanto a los tenores y a los bajos, estuvieron con un color similar, por ello, sonaron como barítonos.
En este sentido, el error de esta interpretación de la Missa Solemnis estuvo en tener a una coral muy grande. Tanto el director como Diana Cifuentes, la maestra del coro, tendrían que haber reducido la plantilla en un 40%. Como el sonido de la Sinfónica Nacional de Colombia era tan claro y cristalino, las voces taparon a menudo al conjunto orquestal. Además, las voces ya estaban cansadas en el Credo y este agotamiento se sintió hasta al final del concierto.
Ante la situación de un coro distraído, el maestro José María Moreno intervino con dinamismo y dio la entrada a cada una de las voces para una buena ejecución de la obra. Los mejores fragmentos fueron el Kyrie y el Gloria, donde se percibieron los cambios de las tonalidades de las oraciones de la tradición latina. En estos instantes, el director de orquesta supo dar énfasis lírico, dramático, glorioso o jubiloso al texto y de este modo, se percibió un trabajo intertextual en las dinámicas de la partitura sacra de Beethoven.
El Credo tuvo sus partes interesantes, pero tuvo desajustes. El coro no seguía las dinámicas del director. A partir de esta sección, el maestro Moreno enfatizó más su gesto, debido a esta decisión, varias personas lo consideraron muy extrovertido. El Sanctus salió bien y en el momento del Benedictus, el primer violinista de la Sinfónica Nacional, Leónidas Cáceres Carreño, realizó con delicadeza esta poética como mística intervención. En cuanto al Agnus Dei, la situación fue un poco extraña, pues la línea del bajo la realizó Günter Haumer, un barítono lírico. Su voz no se proyectó en el Auditorio y su falta de volumen afectó la intervención de las otras voces solistas, debido a la ausencia de las notas graves con rotundidad.
Llamó la atención el desajuste de los solistas, no por la calidad, sino por el volumen del barítono austriaco. Era tan suave su voz que esto impidió la fuerza en las dinámicas de la obra. El tenor colombiano Andrés Agudelo lo hizo de manera cálida, su voz es dramática y de tintes oscuros. En cuanto a la soprano Milena Arsovska y la mezzosoprano Andrea Niño, realizaron con gran calidad sus líneas musicales.
El final del concierto estuvo muy entretenido por los debates en los pasillos, en donde reconocidos aficionados a la música clásica de toda la vida estaban desconcertados ante la versión de la Missa Solemnis del maestro José María Moreno. Los tradicionalistas hubiesen preferido una densa masa orquestal y coral frente a la innovadora interpretación historicista del director español. De todos modos, la mañana del domingo salió provechosa y se pudo percibir la popularidad del compositor alemán en el público bogotano, ya que nunca deja de llenar los escenarios. Siempre es exitoso y como el concierto era gratuito, varias personas se quedaron sin poder asistir a este evento.
Ricardo Visbal Sierra
(fotos: Caterine Alvarado – Asociación Nacional de Música Sinfónica)