BOGOTÁ / ‘Don’t Worry, Be Happy’: Los King’s Singers regalan felicidad al público
Bogotá. Iglesia de San Ignacio. 11-IX-2024. The King’s Singers: Legacies (Legados). Cantos tradicionales georgianos; polifonías renacentistas inglesas, francesas e italianas; melodías nórdicas; spirituals; canciones de Disney y cumbia.
El público estuvo muy entregado en el concierto de los King’s Singers en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá. Los fanáticos de este grupo estaban levitando a lo largo de las piezas seleccionadas y, no quedaron defraudados, salieron felices de esta experiencia sonora sólo escuchada en los discos, en los canales de Spotify o en YouTube. Realmente, a los organizadores del XIII Festival Internacional de Música Sacra les costó nueve traer a este reconocido conjunto a capella británico.
Se puede reiterar la cara de felicidad de los asistentes al acabar el concierto, donde los King’s Singers hicieron un repaso de la historia de la música occidental. En el repertorio se pudieron escuchar cantos georgianos, obras del Renacimiento inglés, francés e italiano. Además, agregaron obras de compositores nórdicos, spirituals afroamericanos, música de las películas animadas de Walt Disney y partituras de la tradición anglosajona, tanto de Estados Únicos como del Reino Unido. En sí, fue una velada agradable, donde los mismos intérpretes al finalizar su intervención y luego de los aplausos, hablaron con los asistentes, firmaron autógrafos, se hicieron selfies. Mejor dicho, más cercanos no pudieron estar con la audiencia bogotana y el público se lo agradeció con mucha admiración y cariño.
Llama la atención de este grupo vocal a capella la consistencia del sonido. Por eso, su marca registrada de los King’s Singers ha sido muy tradicional y su esencia está en la polifonía con un sonido muy británico. En este sentido, su estilo es muy límpido, una afinación precisa, una emisión clara de las voces, ninguna de ellas sobrepasa las otras, sobre todo, sin grandes vibraciones en el canto y un tanto blando el conjunto textual armónico. Esto no es una observación negativa, es la particularidad de este grupo, donde el color neutro es su principal virtud.
Antes de empezar el concierto, este comentarista percibió algo extraño en el grupo, pero no cayó en la cuenta de inmediato, sino varias canciones después. Además, como un tipo con una cabezota le tapaba el ángulo visual, sólo se concentró en el sonido del grupo. Mientras los vocalistas seguían interpretando las polifonías se percibía algo extraño. A la mitad de la primera parte, identificó dos cosas: sólo vinieron cinco integrantes de los King’s Singers. En la velada de Bogotá estuvo ausente Nick Ashby, el segundo barítono. Ahora si comprendió que la armonía -segunda observación- no se sentía del todo resolutiva, les faltaba peso a los bajos. Si faltan miembros de esta cuerda, no se siente totalmente el ripieno, la sensación de plenitud sonora y de redondez en las partituras que interpretaron.
La falta del segundo barítono se hizo palpable en los cantos tradicionales georgianos, debido a la falta de fuerza y volumen en los bajos. Esto también afectó en cierto sentido el concierto, debido a que en algunos momentos solo cantaban cuatro solistas. Cuando se canta polifonía y falta un intérprete, la armonía se altera y el volumen del conjunto también. Esto le pasó al reconocido sexteto de los King’s Singers en Bogotá, donde actuaron como un quinteto y en algunas piezas como un cuarteto. También esta ausencia del segundo barítono habla de la habilidad del grupo de manejar estos percances y que sólo los comentaristas se den cuenta de estas peculiaridades.
Luego de estas observaciones, es necesario hablar del repertorio. ¿Qué espera una persona normal cuando asiste a un concierto en marco del XIII Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá? Un sistente diría: música espiritual, religiosa, cercana al encuentro con Dios. Para ser realistas, The King’s Singers no es un grupo especializado en música de este tipo. Este conjunto es un grupo de coristas que adapta diversas piezas populares y clásicas a su estilo de interpretación de una manera polifónica y a capella. Estos vocalistas también hacen diversos juegos sonoros imitando trenes, aviones, automóviles y en este concierto varias piezas estuvieron dedicadas al sonido de los pájaros como Blackbird de Paul McCartney de los Beatles, Il bianco e dolce cigno de Jacques Arcadelt, Il est bel et bon de Pierre Passereau y Le chant des oiseaux de Clément Janequin.
En realidad, sólo seis o siete pieza de las 22 que interpretaron The King’s Singers plasmaron el sentimiento espiritual o religioso. Las demás fueron tan variables en épocas y lugares del mundo. Dentro de las propias de un festival sacro se pueden tomar en cuenta el festivo This Little Light of Mine de Harry Dixon Loes, un spiritual propio de la religiosidad afro, que si bien salió bien, les faltó más Rythm -ritmo- en su versión. La versión Nolo mortem peccatoris de Thomas Morley estuvieron a gran altura por la expresión impecable de este fragmento. De todos modos, desde el punto de vista arquitectónico de la armonía y la polifonía la partitura de Laudibus in Sanctis de William Byrd fue la mejor interpretación de la noche, donde se pudo apreciar todo el esplendor del renacimiento inglés, a partir de una composición de un músico católico en la esfera anglicana.
Los demás fragmentos son típicos de los King’s Singers donde con sus voces muy preparadas hicieron que los más anglófilos de Bogotá estuviesen en su salsa. Obras de las películas de Disney como del Libro de la selva, canciones de los Beatles, juegos con las voces estuvieron en su repertorio. El grupo amablemente al terminar su concierto dio una propina e interpretaron la cumbia El pescador del compositor José Barros. Los integrantes del conjunto llevaron a cabo esta célebre melodía colombiana de una manera muy graciosa, tanto así que el público casi baila en una iglesia, pero estos británicos no tienen por ningún lado ritmo y energía caribeña. Sólo les faltó tomar el té y las galleticas. Esta es la nota pintoresca del evento.
Aún con una cumbia muy peculiar, la gente salió dichosa del concierto. El público agradeció la inclusión de la pieza colombiana y este evento se puede considerar un éxito del XIII Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá. Si bien obras de tipo de religioso casi no hubo, llenó de felicidad a la gente y de acuerdo con las nuevas visiones holísticas de hoy, esto es el máximo bien humano y espiritual de nuestros días. De este modo, este evento cumplió plenamente su objetivo.
Ricardo Visbal Sierra
(fotos: Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá)