BOGOTÁ / ‘Così fan tutte’ con humor psicodélico
Bogotá. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. 21-II-2024. Nina Solodovnikova, Paola Leguizamón, Juan David González, Pablo Martínez, Manuela Tamayo. Hernán Iturralde. Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia. Director musical: José Areán. Director de escena: Marcelo Lombardero. Mozart: Cosi fan tutte.
La ópera bufa siempre necesita de una buena dirección musical y escénica para alegrar los ánimos de la audiencia, o de lo contrario, cae en una monotonía agotadora para el público presente en la función. Además, si la ópera es Così fan tutte de Mozart, la cuestión se pone más grave si no se cuenta con cantantes apropiados para encarnar esta enredada composición del compositor austriaco y del libretista de la obra, el abate Lorenzo Da Ponte.
Lo bueno de esta edición estuvo en la diferenciación de cada una de las voces, tanto de las damas ferraresas doña Fiordiligi y doña Dorabella, como la de los caballeros ardientes, los soldados Ferrando y Guglielmo. Los personajes bufos de Don Alfonso, el cínico filósofo, y de la criada Despina, una avispada celestina, tenían el timbre típico de los personajes cómicos del mundo de la lírica.
Entrando en la descripción personal de los cantantes, el tenor Pablo Martínez conoce bien este papel debido a que su voz ligera domina todos los pasajes complicados creados por Mozart. Su canto fue tan natural, parecía sencillo por la emisión de la voz, pero fue todo lo contrario, las arias de este personaje son muy complicadas, en especial, el aria florida del segundo acto Ah! Lo veggio, quell’anima mia. En cuanto al soldado Guglielmo, el barítono Juan David González, lo hizo con mucha viveza y gracia, pues este personaje tiende a ser más bufo que serio. El timbre de este cantante es el adecuado para los papeles de Mozart porque tiene los colores oscuros, así como la ligereza en la zona de los agudos.
En cuanto a las damas, Fiordiligi estuvo a cargo de la soprano rusa Solodovnikova, quien demostró una excelente línea de canto con una capacidad para los agudos y facilidad a la hora de manejar las ornamentaciones. Sin embargo, en el aria del primer acto Come scoglio sus notas graves no tenían resonancia, pero no es la única soprano a la que le sucede esto en este fragmento. Realmente, la diva salió airosa de este peligroso escollo musical. Su hermana, la signora Dorabella la interpretó la mezzo colombiana Paola Leguizamón, quien de nuevo mostró sus grandes capacidades de interpretación y lo hizo de una manera elegante, dando énfasis a cada una de sus arias. Fue digna de nota su versión pícara de È amore un ladroncello.
En cuanto a los personajes intrigantes, don Alfonso y Despina estuvieron muy acertados en el campo vocal. Hernán Iturralde tuvo a su cargo al filósofo ilustrado, cínico y malintencionado resultó muy efectivo. En cuanto a la criada, la soprano Manuela Tamayo, tiene esa voz pequeña que es típica de este tipo de personajes, pero en algunos momentos le faltó más proyección e impostación, sobre todo en los recitativos y los momentos de conjunto. Pero su actuación fue notable.
En cuanto a la dirección orquestal, el maestro José Areán no es la batuta más rápida en la sala de conciertos, pero esta vez estuvo vivaz y dio color a cada una de las arias y conjuntos de la ópera. Durante la noche del estreno, la partitura de Così fan tutte no sonó rígida, aunque en el rondó del segundo acto de Fiordiligi estuvo un tanto monótono, pero las cosas mejoraron cuando llegó la parte rápida. En este instante, las trompas de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia tuvieron su momento de lucimiento.
No se puede olvidar la producción. La dirección escénica de Marcelo Lombardero de la ópera de Mozart tuvo sus altibajos. Como es frecuente hoy, la acción no transcurre en el Nápoles del siglo XVIII, sino en la época de los hippies, en la década comprendida entre 1960 y principios de 1970. A lo largo de los dos actos se suceden las referencias a la cultura pop, a la psicodelia, a los grupos musicales de rock, a la transformación del mundo, la liberación sexual y a la decadencia de la sociedad burguesa.
Un comentario negativo a la producción es la obsesión de mover todos los muebles, el atrezo, la utilería cuando los intérpretes están cantando. Esto genera distracción en la línea musical, ruido en el ambiente y genera más estrés en los cantantes. Como ejemplo se puede poner el dueto del segundo acto Prenderò quel brunettino, donde las maquilladoras y las peluqueras están arreglando a las damas Dorabella y Fiordiligi. Puede ser efectivo escénicamente, pero daña el desarrollo armónico de la ópera.
La producción deja subtextos con la crítica a la sociedad de los clubes, la necesidad de hacer desaparecer la clase burguesa y romper con el mundo de la tradición. Esto sin contar que la obra se narra como una serie de televisión, pues al empezar la obertura se ve en el escenario una cámara y una silla de director. Además, tanto el primer acto como el segundo terminan con las barras de color que se utilizan en los másteres de edición para evaluar la calidad de la imagen. Interesante el análisis de la influencia de los medios en la sociedad que empiezan a surgir a partir de la década de 1960.
Così fan tutte es una ópera complicada de montar por su enrevesado argumento y algunas producciones de esta obra tienden a la monotonía. En la visión de Lombardero rescata el humor y la línea narrativa del argumento es ágil a lo largo de los dos actos. Además, los cantantes tienen los timbres adecuados en sus voces para encarnar a estos personajes bufos. Con altibajos pero una perspectiva agradable de esta complicada composición de Mozart.
Ricardo Visbal Sierra