Una mujer admirable
Conocí a Chi-chi Nwanoku en abril de 2001, con motivo de una Pasión según San Mateo programada en Cuenca en la Semana de Música Religiosa (creo recordar que era la primera edición de Antonio Moral al frente de la misma) y dirigida por Roger Norrington. Nwanoku era la contrabajista de The Orchestra of the Age of Enlightenment, pero también tocaba con cierta asiduidad con formaciones historicistas inglesas, especialmente con los English Baroque Soloists. En aquellos años resultaba infrecuente ver a intérpretes que no fueran de raza blanca haciendo música antigua. La soprano Barbara Hendriks o el contratenor Derek Lee Ragin eran de los pocos que se adentraban en este emergente territorio. Por eso llamaba la atención la poderosa presencia de Nwanoku, hija de padre nigeriano y de madre irlandesa. Los miembros de la OEA acababan de hacer la prueba de sonido en el Auditorio de Cuenca y, como buenos británicos, estaban ‘metiéndose pa’l cuerpo’ unas cervecitas antes del concierto. Nwanoku estaba junto a la flautista Lisa Beznosiuk y a un tipo divertidísimo, el violinista Marshall Marcus, por entonces jefe ejecutivo de la OEA, que chapurreaba por los codos el español, ya que había vivido varios años en Venezuela, según me explicó.
Le fui perdiendo la pista a Nwanoku porque las nuevas generaciones venían pisando fuerte y los históricos del movimiento HIP inglés tuvieron que ir dejándoles paso. Pero hace algún tiempo supe del más ambicioso proyecto de esta ejemplar mujer: la Chineke! Orchestra. Fundada en 2015, se trataba de la primera agrupación profesional europea formada exclusivamente por músicos pertenecientes a minorías étnicas. La feliz idea surgió tras una conversación que Nwanoku mantuvo con el que era ministro de Cultura del Reino Unido, Ed Vaizey, quien le comentó su extrañeza por el hecho de que fuese ella una de las pocas intérpretes de raza negra que se dedicaran en su país a la música clásica. La Chineke! Orchestra debutó en el Queen Elizabeth Hall londinense ese mismo año, con un programa formado íntegramente por obras de compositores negros, como Samuel Coleridge-Taylor o Philip Herbert. Y el debut en los Proms tuvo lugar en 2017. Una vez consolidado el proyecto, la Chineke! Orchesta comenzó a admitir en sus filas a músicos de raza blanca.
La Chineke! Orchestra ha alcanzado últimamente notoriedad gracias a tres hermanos que forman parte de ella: los Kanneh-Mason. Sheku, que es violonchelista y ha grabado varios discos para el sello Decca, fue proclamado en 2016 por la BBC “Músico del Año”. Era la primera vez que un intérprete de raza negra conseguía ese galardón. Isata, que es pianista, acaba de publicar su primer disco, también en Decca, con obras de Clara Schumann. Braimah es violinista y, a decir de los que siguen de cerca la trayectoria de esta saga, es el más brillante de todos. Todavía quedan otros cuatro Kanneh-Mason más jóvenes: Konya (18 años, pianista y violinista), Jeneba (16 años, pianista, violonchelista y, por lo que aventuran algunos, con un futuro arrollador por delante), Aminata (13 años, violinista y pianista) y Mariatu (9 años, violonchelista y pianista). De no haber sido por el formidable impuso de la Chineke! Orchestra, lo más probable es que para los tres hermanos mayores Kanneh-Mason llegar hasta donde hay llegado habría sido mucho más complicado. Parte de lo que han conseguido hasta la fecha se lo deben a la admirable Chi-chi Nwanoku y a su encomiable proyecto integrador.