Sondheim es Sondheim
Hace unas semanas publicaba Paul Simon una nota sobre Stephen Sondheim en el New York Times. El pretexto era el primero de los dos libros en los que Sondheim –que ha cumplido este año los ochenta- va a contar una parte de su vida –de 1954 a 1981- a través de recuerdos, comentarios, anécdotas y letras de canciones.
Quien se acercara a ese artículo se preguntaría seguramente, antes de nada, quién era ese Paul Simon, si un nuevo crítico del diario o aquel que hiciera pareja con Garfunkel. Y sí, en efecto, era el Paul Simon de canciones como Bridge Over Trouble Waters y contaba cómo Sondheim le había sugerido añadir determinados versos a la letra de aquella hermosura y cómo le había hecho caso.
El libro, por cierto, tiene el muy pertinente título de Finishing the Hat, sacado de una canción de Sunday in the Park with George –este George es el pintor Seurat- uno de sus grandes éxitos. Y hablando de canciones, Simon trata de responder en su artículo a quienes se extrañan de lo curioso que resulta que del autor de Company sólo Send in the Clowns, la más memorable de sus canciones, es verdad, dentro de esa obra maestra que es A Little Night Music, sea también la única que ha pasado al Songbook del siglo XX. Simon resuelve bien la cuestión apelando al sentido global, de arte abarcador, que tienen las obras de Sondheim, en las que desde una trama verdaderamente interesante –cosa tan rara en la ópera, en la opereta o en el musical- construye una suerte de espectáculo total en el que nada tiene sentido sin el resto. Una mezcla de Ravel y Berg con unas gotas de Rachmamninov dice de él su rendido admirador Paul Simon. Caramba. No hacía falta tanto. Sondheim es sólo Sondheim. Aquí está enseñando, hace unos años, en la Guildhall School de Londres