Odojazz, un cuarteto
Hace unos días veíamos en la sala Clamores, que tantos grupos y talentos acoge, un cuarteto de jazz que está, sencillamente, a punto de caramelo. Esto es, a Odojazz apenas le falta un poco para constituirse en un auténtico conjunto de jazz (que no desdeña otras músicas más leves, y que las eleva de categoría si se tercia). Arturo Ballesteros, pianista, compositor y arreglista, no se considera cabecilla del grupo, que funciona con mucho trabajo anterior, con identificación y con ánimos mutuos, no con liderazgos. ¿Puede considerarse su líder a Melisa Fernández, argentina de voz clarísima, diáfana, acaso equivalente a soprano lírica, que canta y cuenta? ¿O acaso lo es Cecilia Serra, virtuosa del clarinete, que se diría que tiene el swing en la sangre? ¿O la violoncellista Aurora Martínez, que también derrocha virtuosismo con ese instrumento sugerente que desciende al Hades, que se convierte en pulsión métrica, que eventualmente puede sonar agudo como un violín?
Jazz y ocasionalmente boleros desfilaron durante una hora en la voz de y en los tres instrumentos. Parece que se plantean grabar su primer CD, y eso sería una buena noticia para los aficionados, además de una excelente tarjeta de presentación para este grupo al borde de la madurez artística.
Odojazz es un grupo real, no se trata de cuatro personas que se unen para tocar ocasionalmente. Tal vez le falta una continuidad mayor y una superior definición del proyecto. Es la oportunidad de unos profesionales que rozan la excelencia.
¿Por qué limitarse a rozarla?