Liszt en Weimar
Cuando Franz Liszt fue nombrado director del teatro de la ópera de Weimar, escribió
“Se exige de Weimar arte, más arte, y un arte con menos oropel que el que se puede encontrar en París, Berlín y Viena. Si queremos que un arte tal arraigue en nuestro escenario, se imponen estos tres puntos esenciales.
1. Un respeto más inteligente y auténtico por las obras de tiempos pasados que el que atestigua la experiencia. Como consecuencioa de ese respeto […] ejecuciones de obras maestras que por una inmerecida adversidad han caído en el olvido […]
2. Un estudio continuado y escrupuloso de las obras que gozan del favor del público contemporáneo. De esto se desprenden estas exigencias: una alternativa planificada y objetiva con las mejores obras de maestros italianos, franceses y alemanes, sin prejuicios contra uno u otro género, sin excluir a ninguna escuela […]
3. Una generosa acogida a las obras inéditas de las que se piense que tienen futuro y que se destaquen por alguna característica notable, sea el autor famoso o desconocido […], ya pertenezca a un hemisferio o a otro […]”
(Tomado de Wolfgang Dömling: Franz Liszt y su tiempo. Traducción de Carlos Peña Bohigas. Alianza, Madrid, 1993. Pág. 81)