Hay que moverse
A mediados del pasado mes de agosto tocaba en los Proms de Londres la Sinfónica de Islandia. Muy bien, todo encaja en la admiración sin límites que los británicos sienten por los nórdicos. En cuestiones musicales, la admiración es igualmente aprendizaje, menos en el caso islandés, por razones obvias: lo lejos que está, la falta de tradición… pero es lo mismo, los prommers saltarán de alegría ante cualquier cosa que les echen y lo de los islandeses no ha de ser malo, tienen un par de buenos compositores, una orquesta apañadita y un maestro estupendo, Ilan Volkov, viejo conocido de la audiencia. Todo, pues, encaja en estas cosas de los Proms que, como contratan a quien les da la gana y no digamos si se les pone a tiro y sabe venderse, han traido también este año —después de los islandeses— a la Orquesta Filarmónica de Seúl, que tampoco está mal con su Myung-Whun Chung al frente y —last but not least— a la Filarmónica de Catar —precisamente el día que escribo estas líneas— con Han na Chang de directora saliente, pues acaba de dimitir.
A lo que me lleva la cosa es a pensar en por qué no hay presencia de nuestras orquestas no digo por el mundo sino en esos Proms, por ejemplo. Si es que nadie se ha ido a ver a Roger Wright para invitarle a comer o ha intentado traérselo para que escuche a alguna de ellas entre tapa y tapa. Si alguien en nuestro depauperado Ministerio de Cultura ha llegado a pensar que uno o dos programas en los Proms, retransmitidos a todo el mundo, son una publicidad de la marca España bastante mejor que un par de fotos sacadas con intenciones aviesas por cualquiera de los tabloides miserables que todavía se venden en las Islas o que alguna información de The Economist sobre cerdos voladores. Por lo menos media docena de orquestas españolas podrían ir a los Proms y con un programa ad hoc lucirse convenientemente. Hasta ahora sólo han ido dos, la JONDE —que triunfó— y la OBC —un poco menos. Este año dos directores españoles, Juanjo Mena con su BBC Philharmonic y Josep Pons al mando de la BBC Symphony, demostraron que hay mimbres directoriales. ¿Veremos algún día a Real Filharmonía de Galicia que tiene como titular a un británico de prestigio como Paul Daniel? Alguien debiera demostrar que las orquestas españolas son buenas, bonitas y baratas —es decir, que hay quien, desde una ley de mecenazgo como es debido, está dispuesto a echar una mano. Está claro que algo va mal desde hace tiempo en ese terreno. Tanto como que Islandia, Corea del Sur y Catar lo hacen mejor que nosotros.
Y aquí tienen, para desengrasar, la Heroica de Beethoven que se marcó Juanjo Mena con la BBC Philharmonic —con aplausos entre movimientos, que tiene aún más mérito— en un Prom del año pasado. Y la cara de alegría, de satisfacción y de agradecimiento que se le queda a nuestro estupendo maestro.