El éxito de Pablo Heras-Casado
Me alegra enormemente el éxito de Pablo Heras Casado en la Filarmónica de Berlín. Por varias razones, incluida una menor si se quiere, y es que en cierto modo hará recapacitar a quien tanto parecía protegerle y luego, entre lo taimado y lo paternal, te decía que le faltaban cosas por aprender, que ya veríamos. Me alegro a pesar de que algunos medios lo han presentado con ese aire del español que se lanza a un vacío que para los demás no es tal aunque sean igual de raros. Quiero decir que nunca leemos titulares del tipo de “un belga triunfa al frente de la Filarmónica de Berlín”. Me alegra porque es muy importante que escuchemos las presuntamente inmaduras lecturas de los jóvenes a los que tampoco podemos dar demasiadas lecciones en lo demás. Este es su mundo y la música que hacen lo refleja. Y en ese mundo vivimos también los que peinamos canas. Seamos generosos, pues. Heras-Casado echa de menos maestros entre los treinta y los sesenta. Alguno hay, le recuerdo desde aquí. David Robertson, Alan Guilbert, Vladimir Jurowski, Simon Rattle o Esa-Pekka Salonen están en ese grupo y no son malos. Llegar donde están no ha de ser fácil para ninguno de los mejores de entre los jóvenes que no son Gustavo Dudamel, es decir: Lionel Bringuier, David Afkham, Perry So, el propio Heras Casado. El futuro es suyo. El futuro es. El futuro…
Luis Suñén