El Bach de Chailly
He tardado en decidirme a escuchar el Bach –Pasión según San Mateo y Oratorio de Navidad, me faltan los Conciertos de Brandemburgo– de Riccardo Chailly con el coro y la orquesta de la Gewandhaus. El italiano me ha parecido siempre un director estupendo pero la distancia impuesta por la primacía de los expertos, de los instrumentos originales –y más cuando salvo una Misa en si menor por Blomstedt y otra por Corboz no he visto nada que me conmoviera en manos, valga lo inexacto del término, más tradicionales- han arrumbado esta música a una suerte de ámbito exclusivo en el que no pudiera entrar quien no compartiera unos criterios que se han hecho fuertes en buena parte desde la razón pero también desde la moda. La corriente historicista ha rendido excelentes frutos –menos buenos cuando ha extendido su radio de acción cronológico- y cualquier lector sabe que Leonhardt, Harnoncourt o Gardiner son referencias magníficas. Pero a su manera –y a la de una orquesta y unos coros insuperables- Chailly consigue resultados magníficos. Su Pasión es rápida de tempipero no pierde ni la unción ni ese punto de teatralidad cuasi litúrgica que le es innata. El Oratorio de Navidad es impecable: fresco, ligero, sabroso y libre. Con distinta orquesta -y con instrumentos originales, paradoja y prueba a la vez- pero con el mismo coro, he aquí una muestra del Bach de Chailly.