Cosecha del 72
Este año hace cuarenta de la aparición de Harvest, el disco de Neil Young [en la foto] que consagró al canadiense como un músico único, como alguien capaz de aglutinar con inteligencia y arte lo mejor de la música popular de nuestro tiempo. Rock y country se unieron con inteligencia y arte para dejarnos un álbum prodigioso que incluía alguna de las más grandes canciones de los últimos años en cualquier género. Me refiero, por ejemplo, a Heart of gold o a la propia Harvest. Luego, ya sabemos, vendrían Out of the Blue o Don’t Cry, No Tears o Cortez the Killer -habrá que celebrar también los cuarenta de Zuma en 2015-, joyas que muestran la grandeza de lo popular cuando la belleza se adueña de la inspiración y el estilo hace el resto. No sé qué músicas de lo que alguien llama culto, probablemente como oposición absurda a lo inculto, se estrenaron en 1972 o qué versiones inmarcesibles de las grandes obras del pasado se grabaron en esa fecha. Lo que sí sé es que muy pocas de ellas pasaron al imaginario de la gente, joven ayer, menos joven hoy, joven en el futuro a pesar de todos los pesares. Seguramente muchos de sus autores abominen de eso que llamamos rock and roll y crean que la competencia es desleal y el resultado tan inútil como la discusión al respecto, cargados de razón como estarán. Neil Young es ya un clásico, cuarenta años después de aquella cosecha prodigiosa.