Concierto de Año Nuevo y conciertos de año viejo
Todavía el Concierto de Año Nuevo sigue siendo una máquina de hacer dinero: entradas a pesar de la crisis pues ya sabemos que esa no le llega nunca a los verdaderamente ricos, publicidad propia del momento y ventas millonarias del disco y el dvd casi en tiempo real. Los resultados artísticos son otra cosa, quizá porque están garantizados y porque el esquema no cambiará jamás, pues sería el fin del invento. La verdadera reina madre, la Filarmónica de Viena, se encarga de que aunque el espíritu sea algún año un poco más débil la carne no lo aparente. Es el gran acontecimiento del que empieza pero el que termina tiene también lo suyo para envidia de quienes no poseen semejantes medios artísticos. La Filarmónica de Berlín, por ejemplo, se fue a la ARD dejando compuesta y sin novio a su anterior cadena de televisión alemana favorita, la ZDF, para dar su concierto del 30 de diciembre con Gustavo Dudamel como director y en un programa de música francesa y española con Elina Garanca como atractivo suplementario. La ZDF contraprogramó de inmediato: Staatskapelle de Dresde con Christian Thieleman y aquí no se mueve nadie. Bueno, se movió Thomas Hampson pero llamaron a Renée Fleming. ¿Resultados? 1,67 millones de espectadores para el concierto desde Dresde y 1,19 desde Berlín. ¿Qué no son los de Viena? Claro que no pero no están nada mal. Como recordaba Shirley Apthorp en el Financial Times, con eso llenas mil teatros de ópera. Moraleja, saque el lector la suya propia.