BTHVN en Grabaciones (VII): Viajes Beethoven
Tampoco podía faltar este año, dentro de las columnas de Grabaciones de la revista impresa, alguna dedicada al periplo de los cuartetos de Beethoven. Y en el número de julio-agosto se comentaron las dos principales integrales discográficas culminadas en este 250º aniversario del compositor de Bonn, del Cuarteto Casals y el Quatuor Ébène. No obstante, hay integrales más o menos recientes, como la del Takács Quartet, cuya sombra sigue siendo demasiado alargada.
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“A veces parece como si no tuvieran mucha idea de lo que están haciendo”. La impresión es de un miembro de la antigua Galería de Arte Corcoran, en Washington D.C., tras escuchar al Takács Quartet ensayar Beethoven. Y el testimonio lo recoge su primer violín, Edward Dusinberre, dentro de su monografía Beethoven for a Later Age: The Journey of a String Quartet (Faber & Faber, 2016). “Cuando volvemos sobre un cuarteto de Beethoven, discutiendo continuamente sobre aspectos tan básicos como el tempo y el carácter, puede parecer que estamos descubriendo esta música por primera vez”, aclara Dusinberre.
Este libro, a medio camino entre la crónica personal y el ensayo histórico, es una narración fascinante acerca de la eterna reconsideración de estas dieciséis composiciones para dieciséis cuerdas y cuatro cerebros (si contamos la Gran Fuga en su ubicación primigenia como finale del op. 130). Un viaje estilístico y espiritual por la biografía del compositor, desde el op. 18/3 (1800), hasta el nuevo finale del op. 130 (1826), su última creación concluida. Pero también es la mejor presentación posible al ciclo que los Takács grabaron para Decca, entre 2001 y 2004. Una referencia fonográfica reeditada hace tres años dentro de una caja que incluye su versión remasterizada en Blu-ray audio.
La narración de Dusinberre empieza y concluye con el op. 131, ese enigmático caleidoscopio sonoro condensado dentro de un cuarteto de siete movimientos perfectamente engarzados. Arranca en un recital, en el Wigmore Hall, y culmina en una clase, en la Universidad de Colorado. Y, más concretamente, con la discusión del enunciado de la fuga en do sostenido menor que abre la obra. Una fluida sucesión de doce notas, con una punzada de dolor en el centro marcada por un sforzando, que pasa por todos los instrumentos. En su grabación, los Takács optan por un enfoque diferenciado. De la fluidez del primer violín, con un sufrimiento más intenso que explícito, pasamos a un mayor ímpetu del violín segundo en torno al sforzando. La viola aporta tristeza en busca de consuelo. Y en el violonchelo es pura melancolía.
El 250º aniversario de Beethoven, tan afectado por un virus, tampoco ha sido inmune a nuevas integrales de sus cuartetos. Y en las últimas semanas se han culminado dos magníficos ciclos fonográficos del Cuarteto Casals (Harmonia Mundi) y del Quatuor Ébène (Erato/Warner Classics). Dos ejemplos de la infinita reconsideración del periplo beethoveniano. Un viaje más estético y dentro de un estudio de grabación, en el caso de los Casals, entre 2015 y 2019. Y una travesía más espiritual y hasta real, el de los Ébène, que los ha registrado en directo por todo el mundo (Viena, Filadelfia, Tokio, São Paulo, Melbourne, Nairobi y París), entre abril de 2019 y enero de 2020.
El enfoque de esa fuga inicial del op. 131 es una buena muestra. Los cuatro integrantes del Casals se afanan por encontrar el mismo perfil melódico, con poco vibrato, y dentro de un acercamiento más apolíneo y clasicista con Vera Martínez como primer violín. Por contra, los Ébène prefieren marcar las diferencias, y subrayan el sforzando, dentro de un planteamiento mucho más dionisíaco y extremo en dinámica y articulación. La toma sonora, más espaciada en los Casals y demasiado cercana en los Ébène, resalta también esas diferencias. Sin embargo, el viaje de los Takács siempre nos lleva más lejos.