BILBAO / Thomas Adès, en el concierto homenaje de los Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA

Bilbao. Palacio Euskalduna. 19-VI-2023. Euskadiko Orkestra. Director: Pedro Halffter Caro. Kirill Gerstein, piano. Obras de Adès, Elgar y Schumann.
Cada entrega de los Premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA convoca a una suma de talentos difícil de igualar. Para los que no somos científicos, el deslumbramiento es mayor si cabe. Quienes sí lo son te aseguran, y no suelen equivocarse, que tal o cual premiado o premiada será Premio Nobel en unos pocos años. Ciencias Básicas, Biología y Biomedicina, Tecnologías de la Información y la Comunicación, Ecología y Biología de la Conservación, Cambio Climático, Economía, Finanzas y Gestión de Empresas y Humanidades y Ciencias sociales configuran la plétora de disciplinas cuyos principales nombres —y las universidades o las compañías, caso de DeepMind, en las que trabajan— acaban por tener en su haber un galardón maravillosamente dotado —400.000 euros por categoría— que les permite a unos y otras continuar en sus labores de indagación.
Pues bien, a la observación de fenómenos subatómicos, el uso de la inteligencia artificial para la predicción de la estructura tridimensional de las proteínas, la evolución cuantitativa y cualitativa en el diseño de chips, la ecología conductual y evolutiva de los animales, el máximo térmico del Paloceno-Eoceno, la influencia de los factores económicos en las instituciones políticas y el impacto de la racionalidad y el impacto moral en el espacio público, se une la música de Thomas Adès [en la foto]. Como es sabido, y desde su fundación, los Premios han incluido una categoría no científica sino estrictamente creativa: la música. Ya sabemos lo que de investigación tienen las artes —cualquier arte, de aprovechamiento de legados que deben ser leídos de modo diferente por las generaciones sucesivas y que, para ello, necesitan hacer a estas partícipes de su propia evolución. El componente de irradiación social que, a la hora de valorar los posibles premiados parecen tener en cuenta los jurados se aplica, pues, a la música de modo idéntico.
En ese aspecto, la obra de Thomas Adès —como en un estilo absolutamente diferente, lo son las de John Adams o Kaija Saariaho, por apelar a dos nombres premiados en años anteriores— posee un creciente anhelo de adecuación al mundo y hasta de posible interpretación de este y de sus mitos fundacionales. En la crítica de la grabación discográfica de Seven Days, una de las piezas mayores de su catálogo, protagonizada por el pianista Kirill Gerstein y el propio Adès como director, el autor de estas líneas decía que la partitura “es más que un repaso musical al relato de la Creación y se equivocará quien la considere mera música programática o una suerte de glosa bíblica. Y, sin embargo, es también las dos cosas, su fluir es inseparable de su título. Ausente de retórica, hay en esta música un admirable poder de convicción estético que despide, por así decir, una luz razonable en medio del relato del Génesis —no olvidemos las palabras del propio Adès: “la creación está al borde del caos”. Ello entronca, pues, con plena naturalidad, en el contexto de una celebración de una ciencia a la que la música, en cierto sentido, pone en relación, de un lado, con lo que parecería su opuesto —lo no demostrable— y, de otro, con lo que es su sentido: tratar de ordenar ese caos. En el interesantísimo concierto en homenaje a los premiados —con Gerstein como solista y Pedro Halffter Caro dirigiendo a la Euskadiko Orkestra— compartió programa con la melancolía casi imposible de Sospiri de Elgar y la afirmación romántica de la Renana de Schumann. Así, pues, una suerte de visión de la realidad en tres capítulos.
En sus palabras al recoger el galardón, Thomas Adès, —cuyas ideas recogía la entrevista que le hacía Pablo Rodríguez en esta misma revista en febrero de 2021— que nunca pareció muy conforme con el uso en una orquesta de lo que no sea un orgánico tradicional —es decir, investigar con el utillaje del pasado y, sin embargo, avanzar— ha hecho hincapié en sus conexiones con España y la cultura española: su primer viaje a nuestro país, precisamente a Bilbao, y su admiración por la figura de Luis Buñuel, evidenciada en su ópera The Exterminating Angel.
Luis Suñén