BILBAO / Musika-Música 2022: naturaleza viva
Bilbao. Palacio Euskalduna. 5/6-III-2022. Cuarteto Ardeo. Obras de Haydn y Schubert. • Bayerische Kammerphilarmonie. Director concertino: Gabriel Adorjan. Obras de Wolf, Vivaldi, Puccini y Rota. • Jessica Cale, soprano. Sam Boden, tenor. Malachy Frame, barítono. Arcangelo. Director: Jonathan Cohen. Obras de Blow y Purcell. • Il Giardino Armonico. Director: Giovanni Antonini. Obras de Vivaldi, Farina y Merula. • Luis Fernando Pérez, piano. Obras de Tailleferre, Mompou, Albéniz y Falla. • Rafael Aguirre, guitarra. Judith Jáuregui, piano. Sinfónica de Castilla y León. Director: Gabriel Bebesela. Obras de Rodrigo y Falla.
Aparentemente calmadas las aguas de la pandemia, Musika-Música recuperaba sus icónicas imágenes de las filas alargándose hasta donde se pierde la vista y una afluencia de gente que evitó que esta edición se convirtiera, como sucedió en parte en la pasada, en una historia de nostalgia. Plantear la naturaleza como tema conductor daba una libertad enorme a la hora de programar y músicas de todas las épocas coexistieron en sus setenta conciertos desde el Barroco italiano hasta la contemporánea, normalmente confinada en esas salas pequeñas en las que uno puede asomarse más de cerca al interior de los grandes compositores. En una de ellas se presentó el Cuarteto Ardeo con el quinto de los op. 65 de Haydn, “La alondra”, y el n◦ 13 de Schubert, transitando de la confianza en sí mismo del primero a la personalidad herida y vivida con culpa del segundo, de las sonrisas a los gestos serios y austeros, sin excesos emotivos: les bastaba con mirarse a las caras para ver lo que se querían decir por dentro.
En el concierto de la Bayerische Kammerphilarmonie destacaron Crisantemi de Puccini, traducida con una serenidad transgresora en estos tiempos, y el Concierto para cuerdas de Nino Rota por encima de un Vivaldi sin furia y sin vértigo, tan previsible como el comportamiento de un reloj. Más encanto tuvo la manera de hacer Purcell y Blow de Jonathan Cohen con Arcangelo, vigorosa pero sensible y, cuando hacía falta, extremadamente sutil. Pero las mayores ovaciones se las llevaron Giovanni Antonini e Il Giardino Armonico [en la foto] por el ritmo frenético que imprimieron a Vivaldi, Farina y Merula, por su fiereza en los contrastes, su búsqueda del más mínimo detalle instrumental y la personalidad de un sonido que es solamente suyo, de nadie más. Además el programa no tenía desperdicio, y lo mismo atraían los efectos descriptivos desplegados por Farina en su Capriccio stravagante que seducía la pequeña flauta de Antonini en el concierto Il Gardellino de Vivaldi.
Musika-Música se distingue también por sus clásicos y ninguno hay como Luis Fernando Pérez, que pareció disponer de un lazo con el que unir y atravesar de arriba a abajo las partituras de Tailleferre (Flores de Francia), Mompou (Suburbis y Paisajes), Albéniz (Almería) y Falla (Danza del fuego de El amor brujo), atrapando con precisión la esencia de todas ellas, sabiéndolas contar con misterio, poderío e idéntica elegancia. Y para despedir el festival se unieron en el auditorio Rafael Aguirre, Judith Jáuregui y la Sinfónica de Castilla y León con Gabriel Bebesela a frente; juntos brindaron una velada en la que abundaron los matices en el Concierto de Aranjuez por obra del guitarrista malagueño y Las noches en los jardines de España tuvieron una impronta casi impresionista en los dedos de la pianista guipuzcoana, dándose ambos tiempo para hablar con profundidad, sentir lo que tocaban y demostrar lo bien que han sabido leer a sus mayores.
Asier Vallejo Ugarte