BERLÍN / ‘El gallo de oro’, según Barrie Kosky y James Gaffigan
Berlín. Komische Oper. 28-I-2024. Dmitry Ulyanov, Kseniia Proshina, James Kryshak, Julia Muzychenko. Coro y Orquesta de la Komische Oper. Dirección musical: James Gaffigan. Dirección de escena: Barrie Kosky. Rimsky-Korsakov: El gallo de oro.
El primer estreno del año en la Komische Oper ha sido también una reposición: la producción de Barrie Kosky de la ópera Solotoi petuschok (El gallo de oro) de Rimsky-Korsakov procede del Festival d’Aix-en-Provence y se presentó después en la Opéra National de Lyon y en el Festival de Adelaida como coproducción entre los tres teatros. El éxito ha acompañado de nuevo al regista australiano, que una vez más se ha rodeado de sus colaboradores habituales. La escena diseñada por Rufus Didwiszus es un páramo sombrío con arbustos de hierba seca en sofisticados tonos grises pastel, que Franck Evin ilumina de forma difusa, pero muy atmosférica. En el lado derecho hay un tocón de árbol desnudo con ramas marchitas, sobre el que descansa el Gallo de oro, regalo de un astrólogo, que envía sus cuervos de advertencia al reino del rey Dodon cuando el peligro amenaza la tierra. Victoria Behr lo viste con deslumbrante exotismo, haciéndolo semejar a una especie de fauno. La Reina de Shemakha está vestida de forma igualmente atractiva con un suntuoso tocado de plumas y una brillante túnica plateada. Por el contrario, la figura del rey es presentada de forma deprimente, en ropa interior grisácea y ceñida que le despoja de toda dignidad y aura regia. Por desgracia, el director de escena también degrada al personaje en el plano psicológico, convirtiéndolo en un completo imbécil. Otro problema del espectáculo son los interludios de ballet de Otto Pichler, coreógrafo muy apreciado en el teatro berlinés por su trabajo en operetas y musicales. Aquí, sin embargo, sus ideas se antojan fuera de lugar cuando cuatro bailarinas aparecen en relucientes calzones plateados y tutús o en leotardos, incluso bailando el can-can y gritando desaforadamente. Incluso la actuación de los solistas del coro como el pueblo en el tercer acto recuerda al mundo de las revistas musicales más estrambóticas: un panóptico de travestis, drag queens y aves del paraíso con peinados de colores chillonas, máscaras extravagantes y trajes exagerados. Por supuesto, Kosky no rehúye los truculentos acontecimientos de la trama. Por ejemplo, los dos hijos de Dodon, los príncipes Gwidon y Afron, que se han matado mutuamente por celos por la codiciada reina, cuelgan bocabajo sin cabeza del árbol. A instancias de la reina, Dodon manda cortar la cabeza de su general rebelde Polkan. Él mismo mata de varios hachazos al astrólogo que había solicitado la reina como trofeo por el gallo de oro y luego aparece cubierto de sangre, en una imagen del horror. Finalmente, es asesinado por los brutales picotazos del Gallo de Oro, lo que da a la obra un giro amargo y deja a la gente perpleja. En todo caso, hay que reconocer que el equipo no presenta la trama como una sátira política de actualidad, sino que incide en sus elementos fantásticos y surreales.
Musicalmente, sin embargo, la velada fue pura alegría, empezando por el excelente trabajo de James Gaffigan, el nuevo director general de música de la Komische Oper, quien, junto con la orquesta del teatro berlinés, confirió la máxima emoción a la amplia paleta de colores de la partitura: su voluptuoso lirismo, los delicados detalles instrumentales, los deslumbrantes orientalismos e incluso las extravagantes interjecciones. El coro estuvo, como de costumbre, magnífico.
Los papeles estuvieron brillantemente interpretados, especialmente el Dodon del bajo Dmitry Ulyanov, una figura regordeta de voz voluminosa y expansiva. Prendado de la seductora belleza de la reina, el rey canta y baila delante de ella, haciendo el ridículo y provocando su burla. El cantante afrontó con coraje las escenas más vulgares o embarazosas, asumiendo los retos de la dirección con total entrega física. El exigente papel de la Reina de Shemakha estuvo magníficamente defendido por la soprano Kseniia Proshina, de atractiva apariencia y sensual línea de canto, que solo de vez en cuando dejó escuchar algunas estridencias en las notas más agudas. El papel del Astrólogo también supone un reto debido a su extrema tesitura. James Kryshak lo dominó con brillantez y resultó convincente incluso en las diversas apariciones silenciosas ante el telón. El papel principal del Gallo estuvo dividido en dos: la mezzo Julia Muzychenko lo cantó con voz poderosa y austera, mientras que Daniel Daniela Ojeda Yrureta lo actuó con andrógino misterio. El estreno se saldó con el entusiasmo general del público, dejando en el olvido la última producción de esta ópera en la KO, la firmada por Andreas Homoki.
Bernd Hoppe