BARCELONA / Vinnitskaya, triunfo de una tradición pianística
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 06-III-2024. Anna Vinnitskaya, piano. Obras de Franck, Scriabin, Schumann y Widmann.
El debut en Barcelona de la pianista ruso-alemana Anna Vinnitskaya obtuvo el éxito que cabía esperar de una de las intérpretes más interesantes del panorama internacional. Desde aquel lejano 2002, al proclamarse vencedora del Concurso internacional de piano de Jaén, o cuando en 2007 saltó a la fama al obtener el primer premio del Concurso de Piano Queen Elisabeth, sus actuaciones han crecido de manera exponencial. Conciertos junto a la Berliner Philharmoniker, Bayerischen Rundfunks, Gewandhausorchester, Staatskapelle Dresden… acompañadas de un ingente número de recitales, avalan la trayectoria de una arista que no se ha prodigado con asiduidad en nuestras latitudes.
Vinnitskaya recoge la herencia del saber pianístico de su maestro Koroliov. Transparencia de fraseo, claridad de articulación, estudio profundo del equilibrio del sonido, rotundidad controlada en los ataques y una permanente atención al detalle, plasman la herencia de una escuela pianística. El rigor y la máxima exigencia técnica resultan innegociables; no hay cabida para la especulación y nada debe estar reñido con una musicalidad siempre elegantísima.
Cuando desgranó las primeras notas del Preludio, fuga y variación op.18 de César Franck –en transcripción al piano de Theo Wegmann–, su fraseo incidió en el bellísimo Preludio con notas cristalinas, en un controlado mezzoforte antes de acometer con rotundidad la fastuosa Fuga y retomar la poética inicial en la Variación cerrando cautelosamente el círculo de esta obra cíclica. Una interpretación deliciosa. Luego afrontó la música de Scriabin, uno de sus autores predilectos. Su Fantasía en si menor fue desbordante por sus juegos multicolores, la vehemencia, un apasionamiento en que las dificultades técnicas (saltos, octavas, arpegios a tempo vertiginoso…) nunca mermaron aquella musicalidad romántica y de penetrante lirismo que debe persistir en esta obra maestra de Scriabin. Tras una sugestiva recreación de los Dos poemas op.32, abordó la complejísima Sonata nº 5. El exergo “Os llamo a la vida, o fueras misteriosas” precede esta página monolítica donde Scriabin realiza un salto a la atonalidad. La versión de Vinnitskaya fluctuó entre lo contemplativo y lo exuberante. Pianismo temperamental, planteado bajo un espectro amplísimo del color, siempre acompañando el sentido trascendente inherente a esta fascinante sonata contemporánea al Poema del éxtasis.
Ante un Palau que presentó una media entrada, el recital de Vinnitskaya transcurrió en la segunda parte con idéntica intensidad musical. El romanticismo que impregnó el Carnaval de Schumann se sucedió a medida que desfilaban los distintos personajes. Deliciosos fueron su paso por Arlequin, Pierrot o Colombina, onírico su Eusebius, poético su Chopin y de un romanticismo embriagador su versión de Chiarina. Vinnitskaya, en una versión técnicamente inmaculada, planteó la Marcha de los Compañeros de David con una fuerza y rotundidad absolutas, culminando una versión en la que se rencontraban por igual vehemencia y poesía.
El punto final al concierto llegó con Zirkustänze del compositor y clarinetista alemán Jörg Widmann, obra escrita en 2012. Las once piezas que integran esta suite para piano son en palabras del propio autor “bailes que involucran a los protagonistas de un circo”. Vinnitskaya disfrutó con una música que alterna ritmos de boogie woogie, con valses o música de tradición bávara y unas melodías que trascienden la tonalidad. Un colofón extrovertido para un recital que a buen seguro quedará guardado en la memoria de todos los que asistimos.
Lluís Trullén
(foto: A . Bofill)