BARCELONA / Vengerov, un retorno en el Palau por todo lo alto
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 17-X-2023. Maxim Vengerov, violín. Roustem Saitkoulov, piano Obras de C. y R. Schumann, Brahms, Shor, Prokofiev.
Habían transcurrido 28 años desde la última actuación de Maxim Vengerov en el Palau de la Música Catalana. Si en aquel entonces actuó bajo dirección de Zubin Mehta, ahora el genial violinista ha regresado junto al pianista Roustem Saitkoulov, ofreciendo un recital con el que se daba inicio a la octava temporada BCN Clàssics. Un programa integrado por dos partes bien diferenciadas; la primera con obras de Clara Schumann, Robert Schumann y Johannes Brahms, todas ellas escritas en 1853, y la segunda dedicada a Sonatas de Prokofiev y de Shor, dos registros compositivos distintos pero con idéntica interpretación talentosa por parte de Vengerov y Saitkoulov.
Con la interpretación de las Tres Romanzas op. 22 de Clara Schumann, Vengerov puso en valor todas las cualidades que le han acompañado durante décadas repletas de éxitos. Cada nota cobraba el justo equilibrio sonoro, fraseos acompañados con amplios recorridos de arco, ningún gesto desmesurado. El lirismo romántico de las Romanzas de Clara Schumann, fluía con una naturalidad expresiva altamente poética y con la justa carga de emoción gracias a un perfecto control de las dinámicas. Apenas entabló una mirada con Saitkoulov, pero la comprensión entre ambos artistas resultó absoluta, más aún cuando interpretaron el Scherzo de Brahms integrado en la Sonata F-A-E, obra compuesta junto a Albert Dietrich y Robert Schumann, autor de dos de sus movimientos. El Scherzo fue escrito en octubre de 1853 por un joven Brahms que días antes acababa de conocer en Düsseldorf al matrimonio Schumann. La vehemencia, las sonoridades contundentes y un pianismo que despliega unas octavas vigorosas propias del piano sinfónico de su primera etapa compositiva, derivó en una versión apasionada, hercúlea y radiante.
El relato de la primera parte del recital seguía con la Sonata nº 3 en la menor de Schumann. El compositor incorporó a los dos movimientos que previamente había escrito para la Sonata F-A-E dos nuevos, completando así la que sería a la postre una de las últimas obras de su catálogo. Obra compleja tanto en el plano conceptual como técnico, que Vengerov desgranó con una absoluta clarividencia. Su visión fue por momentos arrolladora, en otros instantes sucumbía a una poética intimista. La complejidad armónica, los diálogos con el buen hacer de Saitkoulov, nos depararon instantes marcados por las sonoridades mágicas que desprendía su Stradivarius. Una versión que recaló en un relato repleto de apasionamiento pero con unos destellos poéticos de bellísima factura.
Uno de los compositores que Vengerov no duda en incluir en sus recitales es Alexey Shor. Nacido en Kiev en 1970, Shor es doctor en matemáticas y sus primeras composiciones son fechadas en 2012. Su estilo neorromántico, su lenguaje tonal y su indudable atractivo han hecho que sus obras hayan pasado por las manos de artistas de la talla de Kissin, Mintz, Pletnev o Isserlis. Su Sonata para violín y piano nº 1 muestra en buena parte este gusto por el lirismo y por unos fraseos que Vengerov desgranó haciendo hincapié en los aspectos más románticos. Obra tremendamente expresiva, con una narrativa que tanto Vengerov como Saitkoulov plantearon bajo una óptica enfocada a sacar el máximo partido de su lirismo.
Las complejidades que se suceden a nivel rítmico y armónico en la Sonata para violín y piano nº 2 de Prokofiev tienen idéntica dificultad en su plano estilístico. Los motivos neoclásicos, el sarcasmo, la vehemencia conviven en este tour de force que Vengerov y Saitkoulov resolvieron con una versión luminosa, evocadora y brillante. El perfecto control del sonido y de los ataques, la compenetración rítmica, los juegos multicolores brindaron una lectura fascinante y pasional de la Sonata.
Venegerov y Saitkoulov no quisieron despedirse sin antes ofrecer ante un público entregado cuatro obras fuera de programa: la Marcha de la ópera El amor de las tres naranjas de Prokofiev, Schön rosmarin y Libesfreud de Kreisler y, por último, una transcripción para violín y piano de la evocadora variación nº 18 inscrita en las Variaciones sobre un tema de Paganini de Rachmaninov.
Lluís Trullén