BARCELONA / Un Haefliger hercúleo para Brahms

Barcelona. L’ Auditori. 16-XII-2022. Andreas Haefliger, piano. Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Director: Ludovic Morlot. Obras de Dutilleux, Pedrell, Brahms.
La OBC despidió su año de conciertos en el Auditori de Barcelona con un programa que se iniciaba con las Métaboles de Dutilleux, compositor de quien el director Ludovic Morlot ha grabado su integral sinfónica. Continuaba con el poema sinfónico Excelsior de Pedrell (autor de quien se ha conmemorado en este 2022 el centenario de su fallecimiento) y finalizaba con el programa el Concierto para piano nº 1 de Brahms (cuya robustez sinfónica le iba como anillo al dedo al pianista Andreas Haefliger).
La apuesta por obras poco divulgadas junto a las del repertorio tradicional sigue siendo ineludible para los responsables de la OBC, aunque ello suponga que el aforo del Auditori, como sucedió en el viernes, no presentara el lleno deseable. Los cinco apartados de las Métaboles de Dutilleux nos transportan a elementos marcados por la fogosidad, a timbres propios de Messiaen, a colores que no escapan de la orquestación de Ravel y a trabajo tonal y armónico que bebe en la Segunda Escuela de Viena. La riqueza de esta paleta orquestal permitió a Merlot jugar con colores ondulantes y con giros armónicos de textura indefinida que tuvieron una brillante respuesta por parte de la OBC.
Otro tanto sucedió con el bellísimo poema sinfónico Excelsior, obra que sigue la tradición lisztiana. Compuesto en 1880, preceden cronológicamente a los poemas de Richard Strauss. Es música que narra una ascensión alpina que, como nos describe Joan Magrané en el programa de mano, “acaba siendo una metáfora del riesgo de vivir en peligro”. Esta música que se acerca a los giros armónicos wagnerianos, con un cariz que evoca la música de Grieg, pero que ante todo posee un bellísimo trabajo de orquestación. La partitura fue editada por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales en 1992, y se notó que Merlot había realizado un trabajo a conciencia previo a la interpretación. Ofreció una lectura que extraía todo el sentido narrativo del poema de Henry Wadsworth Longfellow, con una cuerda bien compactada, ideal para los giros líricos románticos que se suceden en la obra.
Andreas Haefliger presentó el Concierto para piano nº 1 de Brahms con una potencia de sonido colosal, con énfasis en significado sinfónico que gira en torno a esta composición y haciendo de la bravura, de la solidez en los ataques y de la fogosidad en los trinos bajo un articulado impoluto su caballo de batalla técnica. Pero Haefliger, como sucede con sus interpretaciones de Liszt, respalda este pianismo marmóreo con una expresión lírica que despliega sutileza, especialmente en Adagio. Los ritmos sincopados, los aires de música popular que respiran los sugerentes motivos del último movimiento volvieron a mostrar a un pianista que nunca se amilana ante su apuesta por la rotundidad y la fortaleza, en adecuada sintonía con el eficaz trabajo de Merlot y la OBC. Un Brahms tremendamente apasionado y embriagador por el derroche de vehemencia ofrecido por Haefliger.
Lluís Trullén
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